El comienzo del fin Pt 2

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—¡QUE ESTOY BIEN, YA DÉJAME EN PAZ! ¡MALDITA SEA!

Detrás de ella, Hiccup bufó igualmente furioso y apretó los puños tratando así de contener la ira y la necesidad de despotricar su sentir, lo cual evitó más que nada por sus hijos, sin embargo, sintió que estaba perdiendo el tiempo y que la probabilidad de congeniar con ella era nula. No le encontraba caso esforzarse en una causa perdida.

—Como quieras, pero más vale que vuelvas a la cocina porque tus hijos parecen asustados. —Le advirtió antes de marcharse.

Nuevamente sola, Astrid dejó escapar un suspiro frustrado. No entendía qué le pasaba, comenzaba a sentirse desesperada, a sentirse sola.

Estaba quebrándose como jamás en la vida le había sucedido, ya no se sentía más como aquella hechicera orgullosa que siempre alardeaba sobre sus logros, no, se estaba convirtiendo en algo más patético y débil. Y no entendía por qué.

Capítulo 21.

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El comienzo del fin.

Parte 2

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—Tranquila Astrid, sólo respira lenta y profundamente. —se dijo así misma para calmar la frustración que sentía por dentro.

Inhalando, exhalando y citando el mantra de su guía, se mantuvo en el exterior de la casa por varios minutos hasta que finalmente sintió paz a su alrededor y consigo misma. Tal había sido su meditación que le empezó a dar sueño, pero con todo el día esclarecido (a pesar de estar nublado) le indicó que no era el momento para una siesta, en especial si aún tenía que disculparse con sus dos pequeños por el espectáculo que había dado.

—Ya nos vamos Hofferson.

Se sobresaltó al escuchar la voz de su enemigo que, ya listo para ir a dejar a Zephyr e ir al trabajo, se puso una chaqueta al igual que su pequeña hija.

¿Había tardado tanto en meditar? Se cuestionó Astrid volviendo a refunfuñar para sus adentros, pues eso significó que se le había acabado el tiempo para compartir lo que fuera con Zephyr y Nuffink a la hora del almuerzo.

—Volvemos más tarde. —se despidió Hiccup frívolamente, pasando a un lado de ella para salir en dirección a la puerta de la cochera.

—Eh, sí...—balbuceó viendo cuan enojado estaba, de seguro por el desplante que le había hecho enfrente de los niños.

Pero siendo él, lo ignoró y mejor se enfocó en quien realmente le importaba y que, en ese momento, se ajustaba una bufanda roja alrededor del cuello.

—¿Estás bien Zephyr? ¿No tienes frío?

Colocándose a su altura, le ayudó a ponerse un gorro y a la vez se aseguró de que no hubiera una parte de ella expuesta al frío.

—Sí Astrid, aunque me siento como un globo. —se quejó esta inflando sus mejillas.

—Mejor un globo a un cubo de hielo... ¿No lo crees?

—¡Ja! Eso también me lo decía mi mamá. —rio la menor inocentemente. —¿Qué acaso todo los adultos lo dicen?

—Eh... supongo. — musitó Astrid sintiendo nuevamente una especie de depresión llegando a ella.

—Ya veo. En fin, ya me tengo que ir, Hiccup me espera.

—Sí, claro...—susurró. —Ve con tu pa... tu... Haddock. —se despidió confundida.

—¡Adiós, Astrid!

—Adiós. —se despidió esta casi sin ganas, viendo cuan alegre era su hija, así como lo atento que era Haddock con ella, y eso a pesar de que él no la consideraba su hija, mientras que ella...

La maldición que nos une (TERMINADA)Where stories live. Discover now