мечта #3

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 Una pequeña de mofletes rellenitos, miraba fascinada Barbie y las doce princesas bailarinas en la televisión. Entretenida, no vio cuando se abría la puerta, revelando a una mujer de cabellos cobrizos que se acercaba a su hija de puntitas. La pequeña comenzó a reír en el momento que su madre la sorprendió en un ataque de cosquillas.


— ¡Mamá, mamá, mira! —agito el brazo de la mujer señalando la pantalla Las princesas lograron escapar del jardín mágico bailando.

—Ya veo jeje. —río maternal viendo a su hija— Con razón Clarita se fue a su habitación tan rápido. Es la quinta vez que la miran.

—Jeje, cuando bajo ya la estaba viendo y automáticamente volvió a subir. Aunque ya le dije que después de esta veríamos Barbie y el cascanueces. Esa le gusta más.

—En verdad te gusta el ballet, caramelito.

— ¡Lo adoro, mami! ¿Viste como saltan las señoritas en el aire? ¡Parece que volaran en el cielo! —sus ojos poseían un brillo de fascinación e inocencia.

— Pues entonces menos mal que prepare esto.


 Del bolso que tenía colgando en su brazo, saco una prenda. Era una malla turquesa con un pomposo tutú del mismo color. La pequeña miro eufórica el traje, alternando entre ella y su madre.


— ¿P-para mi...?

—Para ti, caramelito. 

— ¿D-deberitas, deberitas?

—Deberitas, deberitas. Después de todo, vas a empezar la próxima semana tu primera clase de ballet.

—Ah, es ci-...—se quedo callada con sus mejillas infladas, recapitulando las palabras de su madre— ¿Q-q-q...?

—Papá y yo pudimos lograr conseguir una vacante en ese lugarcito bonito de baile. —rió la señora con los ojos cerrados— Una buena amiga de tu madrina y mía pudo hacernos ese favor. Pensé que tal vez Clarita también querría hacer baile pe-


 La mujer de cabellos cobrizos no pudo terminar debido a como su hija se lanzo en sus brazos para abrazarla. Escuchaba como decía "gracias" con una voz aguda. enternecida, correspondió la muestra de afecto.


 —Bueno, sera mejor que vayamos a buscar a tus hermanos. Papá preparo arroz frito y budín de postre.


 La pequeña de ocho años sonrió sonrojada apretando sus mejillas regordetas. Tomo la mano de su madre y salieron juntas de la habitación.











 Desde pequeña siempre me gusto la danza, en especial, el ballet. Admiraba a esas bellas chicas brillando en el escenario, imaginándome como una de ellas en el futuro.

Twisted wonderland: la princesa cisneWhere stories live. Discover now