Capítulo 43

144 7 1
                                    

Me sentía nerviosa. Me faltaba el aire. Estaba temblando y no sabía cómo calmarme.

Dejé caer el celular y me senté justo al lado de él, escuchando cada notificación que llegaba y cada tono que hacía querer desquiciarme. Notificación tras notificación, mención tras mención.

Era obvio que habían encontrado mis redes sociales y ni siquiera quería saber lo que decían de mí. No tenía ganas de desmoronarme más de lo que, posiblemente, en unos cuantos minutos iba a hacerlo.

—Ainhara... —la llamé con los codos posados sobre mis rodillas mientras sostenía mi cabeza con las palmas de mis manos. Suspiré cuando ella entró—. ¿Me haces un favor? ¿Podrías eliminar cada mensaje o notificación que encuentres en el móvil?

—Pero son demasiados... y siguen llegando —dijo ella acercándose al escuchar que el móvil no daba tregua—. ¡Jo-der! ¿Estás segura de que no quieres ver ninguna? Dudo mucho que leas cada una de las notificaciones, pero, aun así...

Negué.

—Posiblemente sean cosas de las que me arrepienta si veo. Rubén viene en camino, necesito estar fuerte para cuando él llegue.

Ainhara frunció el ceño cuando me enderecé en mi lugar. Se posicionó delante de mí y tragó con fuerza.

—¿Estás diciendo que va a venir a tu apartamento? —suspiré.

—Eso fue lo que me dijo antes de colgar la llamada...

—Tienes suerte de que a tu padre le hayan llamado del trabajo y que tu hermano se haya querido ir con uno de sus amigos, ¿dijiste que quiso irse con el hermano de Guillermo? —asentí. Ella se cruzó de brazos-. Al menos no está cerca.

—Pues ni tan lejos, porque Guillermo creo que vive en el piso de abajo... ¿o era el de arriba? —sacudí la cabeza. No recordaba y tampoco era importante ahora—. De todos modos, no creo que quiera venirse ahora: cuando juega con Iván puede durar horas con él. Eso hasta que mi madre o yo vayamos a buscarlo.

—¿Tu madre dónde está, por cierto? —preguntó frunciendo el ceño.

—En su trabajo...

Ella asintió al notar que tocar el tema de mi madre me tensaba. Sinceramente no sabía si estaba trabajando u otra cosa, mi padre tampoco me había dicho en qué términos habían quedado, pero sabía que dentro de poco me enteraría. Eso sí, a partir de que mi padre se había enterado del embarazo, casi no la había visto y si lo hacía, ni siquiera me miraba. Lo agradecía.

—Vale y... ¿qué harás si es que uno de tus padres viene en el momento en que estás hablando con Rubén? —preguntó ella sentándose a mi lado y agarrando el móvil. Chasqueé la lengua.

Pero no podía responderle con sinceridad porque no sabía la respuesta. Sabía que, si Tamara lo veía, armaría un alboroto y qué vergüenza que Rubén presenciara eso. Mi padre tenía la intención de conocerlo, sin embargo, eso ya no podría ser.

Suspiré levantándome.

—¡Ah! También deberías ducharte: no quieres recibir a Rubén con una falda de instituto... —ella hizo una mueca mientras seguía eliminando cosas del aparato.

Rodeé los ojos.

—Ainhara, podría abrirle en pijama incluso.

—Ni el pijama ni el uniforme son bonitos. Anda... —negó aún sin mirarme—, ve a darte una ducha: te ayudaré a escoger algo hermoso cuando salgas.

Tampoco era para tanto: Rubén ya me había visto así, precisamente el día que encontré a mi madre teniendo sexo en el sofá de abajo; incluso se me había roto la camisa por su culpa y me había prestado su playera.

VIGILADA |RDG|Wo Geschichten leben. Entdecke jetzt