Capítulo 44

184 7 3
                                    

Eran increíbles los sentimientos que una persona podía llegar a sentir con una sola lectura, con un solo roce de pieles. Con una sola palabra. Con un solo susurro.

Era increíble el cómo tu estómago se derretía cuando escuchabas a la persona que te gustaba hablar y decirte que te quería, que te anhelaba o que te deseaba. El cerebro dejaba de funcionar, el corazón se aceleraba. Un toque de adrenalina estimulando hasta la más mínima célula de tu cuerpo de una manera completamente desconocida. Sensaciones placenteras o, en este caso, sensaciones angustiosas que descolocaban hasta la más pequeña neurona.

Por primera vez, fruncí el ceño sintiendo cómo una corriente que jamás había sentido antes se instalaba en la boca de mi estómago haciéndome sentir asfixiada. ¿Es que acaso estaba hablando en serio? Eso... pensaba que lo había dicho en broma, aunque claro, ahora no era tiempo de bromear.

No se sentía ese ambiente gracioso. No se veía el toque característico que me decía «tranquila» en sus ojos.

Rubén no estaba bromeando.

—No puedes estar hablando en serio —susurré inconscientemente después de un segundo en silencio cuando él se separó, mirándome directamente.

Frunció el ceño.

—¿Por qué tendría que estar bromeando? Estoy siendo complemente serio ahora, Paola. No sabes de lo que es capaz de hacer, solo...

—¿Y tú? ¿Tú sí sabes de lo que él es capaz?

Rubén apretó la mandíbula.

—No tengo que ser un genio para saber qué clase de persona es, y tú tampoco. Si no te ha hecho nada hasta ahora, es porque está esperando el momento exacto para hacernos daño a los dos. Estoy seguro de que está planeando algo y no va a ser nada bueno.

No dije nada, solo mordí mis labios y volteé hacia otro lado para no verlo. Ni siquiera estaba tomando en cuenta lo que estaba diciendo él en este momento. Podría ser porque era reciente, porque estaba asustado o angustiado. Y estaba justificado, lo tenía en claro.

Pero Rubén parecía saber algo que yo no. Y no me di cuenta.

—¿Por qué no me dijiste nada? —preguntó en un tono más calmado que antes. Aun así, no lo vi—. ¿Por qué me ocultaste todo este tiempo que él...?

—¿Por qué tendría que decírtelo?

—¿¡Y todavía cuestionas!? —espetó, estremeciéndome. No esperaba eso—. ¡No puedo creer que me hagas esa clase de preguntas! ¡Obviamente tenía el derecho de saber! ¡Desde el primer maldito segundo en que nosotros empezamos esta relación tú debiste decirme qué era lo que te perturbaba! En cambio, tuve que enterarme de esta maldita manera.

—El que lo sepas o no, no cambia nada ahora. Si no te lo dije antes fue porque no quería que me vieras diferente a como creías que era. Tú no sabes cómo es él.

—Claro que lo sé: es un jodido cobarde —espetó y yo rápidamente volteé a verlo—. Solo un cobarde que se mantiene lejos porque no tiene los cojones para acercarse y hacer lo que debería hacer. Un puto cobarde como él que hace daño a las personas sin darles la cara.

Y tenía razón... quizá.

—Independientemente de eso —tallé mi rostro con frustración, limpiando las lágrimas que antes me habían salido—, tampoco te dije nada porque quise ser ignorante. Quería creer que él no te iba a hacer ningún daño y también porque pensaba que se había cansado. A veces viene, a veces no. A veces me perturba y a veces...

—¿Y todo este tiempo estabas esperando un mínimo paso de él para saber que seguía aquí? —Rubén negó sonriendo sin gracia—. Joder, Paola, ¿por qué eres tan imprudente? ¿¡Cuánto más piensas seguir haciendo esta mierda!? ¿¡Cuánto tiempo piensas seguir siendo su maldita muñeca!?

VIGILADA |RDG|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora