¡Y damos por comenzado el maratón! Dioooooos. Chicas, disculpen que sea tan pocos, pero... Al menos lo he hecho de corazón. Las quiero, y espero disfruten.
¡¡A leer, entonces!! <3
Me sentía muy débil como en México antes de que enfermara, pero seguía de una forma estricta las indicaciones que me habían dado en el hospital: administraba medicamentos a mi cuerpo a las horas indicadas y comía lo mejor que podía, eso no quitaba que me sentía mal, no físicamente —aún—, sino psicológicamente.
Mi habitación ya estaba limpia y ordenada, había desayunado y duchado. El reloj marcaba la 1 de la tarde y mis padres ya habían llegado. Solo esperaba la llegada de Armando para ir a "ese lugar" que, anteriormente, se había negado a decirme.
— ¡Vaya! —exclamó mi padre al verme sentada en la barra de la cocina—. ¿Saldrás?
— Sí, un amigo me invitó a salir.
— ¿Qué amigo?
— Mi doctor. —Levanté la mirada para verlo; tenía un semblante de fastidio.
— Ese chico no termina de gustarme, Paola —espetó—, es muy mayor como para que te relaciones con él.
— No es malo, papá —lo defendí, porque no me gustaba que dijera eso de él a sabiendas de que me había ayudado mucho—, de hecho, fue la primera persona con la que me relacioné y la que más me tuvo paciencia.
— De todos modos, no confío y si no lo hago, no vas. —Se adentra a la cocina en donde abre el refrigerador y saca de él un tazón de fruta.
— ¿Qué? Pero, papá... —me quejé. Era la primera vez que no veía así... O bueno, no era la primera vez, pero considerando que no salgo mucho, me iba a dar el permiso, me ha sorprendido su negativa.
— Ya te he dicho que no, Paola, y un no es un no. —Estoy por hablar de nuevo, pero mi madre interrumpe.
— Déjala que salga, Fed; solo se la pasa encerrada en su habitación estudiando, ¿no creas que es mejor que se distraiga un poco? —me apoyó mi madre, fregando los platos.
— ¿Ahora vienes tú? —cuestionó él, viéndose a cada momento más frustrado.
— Sí, porque no es justo lo que estás haciendo; déjala que salga, después de todo, Armando está muy bien vigilado —finaliza con una sonrisa y yo no puedo quedarme más paralizada.
Vigilada.
Mi padre suspira y da un manotazo al aire. Deja el tazón de nuevo en su lugar y se retira, diciendo:
— Hagan lo que quieran. —Mi madre me observa y sacude la cabeza, conteniendo una risita.
Cuando llegaron, les mencioné acerca de mi salida, pero mi padre se fue hacia el baño cuando se lo conté a ella, entonces no escuchó la conversación. Ella había aceptado alegre, sin embargo, parecía que mi padre no le agradaba mucho la idea.
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VIGILADA |RDG|
Mystery / ThrillerPaola Méndez no era más que una chica de su edad, una chica con deseos. Una chica con sueños. No, no era perfecta. No tenía calificaciones excelentes. No era la hija que toda familia quería, pero lo intentaba. No, no era extrovertida y, aún así, co...