Capítulo 22

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¡Y damos por comenzado el maratón! Dioooooos. Chicas, disculpen que sea tan pocos, pero... Al menos lo he hecho de corazón. Las quiero, y espero disfruten.

¡¡A leer, entonces!! <3

Me sentía muy débil como en México antes de que enfermara, pero seguía de una forma estricta las indicaciones que me habían dado en el hospital: administraba medicamentos a mi cuerpo a las horas indicadas y comía lo mejor que podía, eso no quitaba...

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Me sentía muy débil como en México antes de que enfermara, pero seguía de una forma estricta las indicaciones que me habían dado en el hospital: administraba medicamentos a mi cuerpo a las horas indicadas y comía lo mejor que podía, eso no quitaba que me sentía mal, no físicamente —aún—, sino psicológicamente.

Mi habitación ya estaba limpia y ordenada, había desayunado y duchado. El reloj marcaba la 1 de la tarde y mis padres ya habían llegado. Solo esperaba la llegada de Armando para ir a "ese lugar" que, anteriormente, se había negado a decirme.

— ¡Vaya! —exclamó mi padre al verme sentada en la barra de la cocina—. ¿Saldrás?

— Sí, un amigo me invitó a salir.

— ¿Qué amigo?

— Mi doctor. —Levanté la mirada para verlo; tenía un semblante de fastidio.

— Ese chico no termina de gustarme, Paola —espetó—, es muy mayor como para que te relaciones con él.

— No es malo, papá —lo defendí, porque no me gustaba que dijera eso de él a sabiendas de que me había ayudado mucho—, de hecho, fue la primera persona con la que me relacioné y la que más me tuvo paciencia.

— De todos modos, no confío y si no lo hago, no vas. —Se adentra a la cocina en donde abre el refrigerador y saca de él un tazón de fruta.

— ¿Qué? Pero, papá... —me quejé. Era la primera vez que no veía así... O bueno, no era la primera vez, pero considerando que no salgo mucho, me iba a dar el permiso, me ha sorprendido su negativa.

— Ya te he dicho que no, Paola, y un no es un no. —Estoy por hablar de nuevo, pero mi madre interrumpe.

— Déjala que salga, Fed; solo se la pasa encerrada en su habitación estudiando, ¿no creas que es mejor que se distraiga un poco? —me apoyó mi madre, fregando los platos.

— ¿Ahora vienes tú? —cuestionó él, viéndose a cada momento más frustrado.

— Sí, porque no es justo lo que estás haciendo; déjala que salga, después de todo, Armando está muy bien vigilado —finaliza con una sonrisa y yo no puedo quedarme más paralizada.

Vigilada.

Mi padre suspira y da un manotazo al aire. Deja el tazón de nuevo en su lugar y se retira, diciendo:

— Hagan lo que quieran. —Mi madre me observa y sacude la cabeza, conteniendo una risita.

Cuando llegaron, les mencioné acerca de mi salida, pero mi padre se fue hacia el baño cuando se lo conté a ella, entonces no escuchó la conversación. Ella había aceptado alegre, sin embargo, parecía que mi padre no le agradaba mucho la idea.

VIGILADA |RDG|Where stories live. Discover now