Capítulo 45

224 8 8
                                    

¿Qué es lo que sientes al darte cuenta de que la persona que dices querer es completamente diferente a lo que esperabas? —preguntó Él en un tono que me hizo morderme el interior de mi mejilla, pero, sobre todo, fruncir el ceño.

—¿De qué estás hablando?

—De Rubén, por supuesto, ¿de quién más? Debe ser verdaderamente decepcionante saber que ese chico está más loco que yo.

—En serio, ¿qué tipo de droga consumes? —con extrañeza y frustración espeté—. Rubén no tiene ningún problema y no me ha decepcionado para nada. Aunque eso te moleste y no sea lo que hayas esperado.

—Realmente no me molesta, no mucho al menos. Eso quiere decir que confías plenamente en él... O que tú eres muy ciega. —Chasqueó la lengua y por primera vez, un sentimiento extraño se presentó en el pecho. Se notaba tan tranquilo—. ¿No te has puesto a pensar que cuando tienes la confianza de una persona, tienes completamente todo? Porque yo sí. Puedes hacer con ella lo que quieres, lo que te plazca. Cuando lo desees. Y cuando menos se espera. —Tragué con fuerza—. Cuando tienes la completa confianza de una persona y la aplastas con tu mano, la destrucción es masiva y la decepción casi imposible de olvidar. Es básicamente una perdición que nadie quiere experimentar porque terminas tan jodido que incluso no quieres reconocerlo, pero ya estás tan perdido que terminas sintiéndote patético. Solo digo... —se acercó lo suficiente como para olfatear su aroma, un olor que me recordó a la madera, a un hombre varonil.

Cerré mis ojos y respiré profundo.

Bosque, oscuridad...

Niebla...

—Cuando caigas en el agujero más profundo de tu vida, ¿quién te ayudará? —susurró en mi oído, sintiendo su aliento caliente en mi cuello—. Si Rubén será el encargado de arrojarte a ese agujero sin fondo, ¿quién será la persona que sostendrá la soga y tirará de ti para sacarte de ese lugar?







Tragué con fuerza guardando el móvil en mi pantalón. Parpadeé repetidas veces antes de caminar hacia mi padre y mi hermano, y adentrarnos al restaurante.

Por algún motivo que desconocía había recordado las palabras que Él me había dicho hacía no mucho tiempo, una de las tantas veces que fue a visitarme solo para joderme y tratar de jugar con mis sentimientos o pensamientos; pero que al no decir nada interesante o que me hiciera entrar en alerta, me digné a tratar de olvidar como siempre hacía cada vez que él iba.

Recuerdo que estaba asustada porque llevaba poco tiempo estando con Rubén, tenía miedo de que él se diese cuenta.

Lo que dijo esa noche me dejó en claro que sabía todo. El tratar de ocultarlo era patético y muy tonto de mi parte, incluso de solo pensarlo.

No entendí sus palabras en ese momento, tampoco intenté buscarles significado más allá de lo que se entendía con rapidez y por encima. Pero si les buscaba algo más ahora mismo, ¿podría comenzar a dudar? ¿Era correcto?

¿Y si solo lo había dicho para molestar?

Sin embargo, habían sido varias las veces que no se había equivocado.

¿Y si ahora...?

—Buenas tardes, señor Méndez —sonrió Rubén levantándose mientras le extendía la mano a mi padre con una sonrisa una vez llegamos a él—. Estaba esperando sus llegadas. Por favor, tomen asiento. Paola...

Rápidamente alcé la mirada hacia Rubén que me sonreía, saludando. Aunque mi padre no se daba cuenta, esa pequeña mueca que hacía que mi hermano se emocionase, ocultaba algo más. Un sentimiento agrio que me hizo sonreír también, pero de una manera diferente. Con incomodidad quizás.

VIGILADA |RDG|Where stories live. Discover now