Capítulo 28

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O M N I S C I E N T E

Las chicas se movían con libertad por el departamento. Había muchas cajas y muchas de ellas tenían cosas valiosas, pero otras no tanto. Exclamaron exhaustas, ya llevaban más de 2 horas intentando acomodar todo, pero simplemente parecía que las cosas no querían acabarse.

— ¡Joder, mujer! ¿Por qué coño no trajiste lo más importante? —exclamó la morena al detenerse en medio del salón—. ¡Esto es demasiado!

— ¡Lo sé! Lo siento, pero son cosas que no quiero vender o, ya sabes.

La morena negó. Ya llevaban más de 5 meses en una relación y por fin habían decidido dar el paso de mudarse juntas. Ella se preguntaba qué era lo que le había visto a ella para que se enamorara de esa manera, pero no entendía, quizá simplemente la manera en cómo la trataba.

La rubia le había mencionado que anteriormente había estado en una relación heterosexual, pero que esa relación tan rápido como comenzó, terminó. Por alguna extraña razón sentía que eso no era cierto.

— ¿Ya estás por acabar, cariño? —preguntó después de unos instantes, pero no recibió respuesta.

Comenzó a buscarla mientras miraba hacia todos los lados y justamente cuando llegó al baño, escuchó la regadera. Sonrió pícaramente y se metió. «Una sorpresa», pensó.

La rubia mientras se duchaba, pensaba en las cosas que habían sucedido con anterioridad y pensó que si todo lo que hacía era lo correcto.

Claro que lo era. Valía completamente la pena.

Ya tenía lo necesario, había estado investigando. Ya tenía todo planeado.

Se sorprendió al sentir otra presencia en el baño y sonrío, una sonrisa que no llegó hasta sus ojos.

Iba ser un largo día.

Iba ser un largo día

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R U B É N

— Rubén, maldita sea, déjame salir —exclamó mi pequeña novia mientras yo me reía de ella.

Estábamos jugando al Fortnite y había construido a sus alrededor impidiéndole un escape mientras ella intentaba romper todo, volvía a construir, aprisionándola.

— ¡Ah, Rubén! La tormenta ya viene y vamos a morir por tu culpa —me riñó. Dejé de reír cuando miré el mapa; tenía razón, se estaba acercando.

Comencé a correr mientras la sonrisa en mi rostro no se iba. Muchas veces con Marina habíamos intentado jugar o pasar tiempo de esta manera juntos, pero siempre terminaba disgustada y yo demasiado harto de la situación que comenzaba a dolerme la cabeza ante sus reclamos. Paola era muy diferente a ella, me divertía mucho y me seguía el juego... Por eso comenzaba a quererla.

— ¡No! ¡No! —gritó—. Ya valí... ¡caca! —y murió.

Estallé en carcajadas, tanto, que solté el mando y me alejé, para ver cómo era asesinado.

VIGILADA |RDG|Where stories live. Discover now