Capítulo 30

152 10 2
                                    

—Y bien... ¿ya te vas? —susurré con la voz entrecortada y la mirada baja. Rubén me miró con su maleta en mano, sonriéndome.

Hoy se iba a Noruega y quizás no lo vería dentro de dos semanas. Se me iban a hacer eternas, eso era seguro, pero lo entendía cuando me decía que era importante: su abuelo cumplía años.
Algo no me agradaba del todo. Me sentía triste y más desprotegida que nunca. No entendía con exactitud el por qué, pero la partida de Rubén significaría algo más allá. Mi perdición, quizás.

O simplemente era una paranoica de mierda.

—Oh, eres tan tierna —susurró abrazándome por la cintura. Escondí mi rostro en su cuello, sentí cómo su piel se erizaba—. No es demasiado, Paola. Tranquila. Además, te llamaré de vez en cuando para que no te olvides de mí.

Suspiré separándome un poco.

—Eres tonto, no podría olvidarme de ti ni siquiera estando allá un año —hice puchero.

Recordé lo peligroso que era que nos demostráramos algo de cariño en lugares públicos, por lo que me separé mirando a mi alrededor con terror. Rubén me examinó sin comprender.

—¿Sucede algo? —extrañado volvió a acercarse.

—No, pero... no quisiera que tuvieras problemas —me sinceré.

Abrió la boca con el ceño arrugado para decir algo, pero la voz robótica del aeropuerto llamó. Mi corazón se rompió un poco.

Ya era hora de verlo partir.

—Me llaman, ya me tengo que ir —Tomó mi cintura con rapidez, una sonrisa pícara transformó su rostro y solo supe lo que iba a hacer cuando ya prácticamente estaba besándome.

Suspiré en medio del beso embriagada por su aliento, pasé mis manos por su cabello buscando más acercamiento.
Me encantaba, simplemente me fascinaba la manera en la que Rubén hacía que mis pensamientos se evaporaran. Era increíble el poder que tenía sobre mí no desde que nos conocimos... sino desde que YO lo conocía.
La falta de aire nos hizo separarnos. Rio con los ojos cerrados.

—Cuando regrese te daré algo que no vas a olvidar —su voz ronca erizó mi piel.

—¿Puedo saber qué es lo que me vas a dar?

Levantó su dedo índice y negó, chasqueando la lengua. Volvió a reír, bajó su cabeza a mi cuello, cerré los ojos y los volví a abrir abruptamente cuando sentí una mordida en esa zona. Se separó, algo brillaba en sus ojos.

—Ya lo verás...

Besó mis labios y se alejó sin mirar atrás.

Negué pasando por la puerta; en el departamento de al lado se estaba mudando una persona. No sabía con exactitud quién era, pero la escuché hablar por teléfono. Se escuchaba muy acalorado, frustrado

—¿De dónde mierda vienes, Paola? —espetó mi madre nada más al verme. Rodé los ojos—. ¡Vuelve a hacer eso y te juro que no respondo ante mis actos!

La miré, tenía el ceño fruncido y una línea en sus labios demostraba lo molesta que estaba. Sus manos temblaban y las movía mientras hablaba.
Ya sabía lo que venía, el discurso que siempre decía desde que había cambiado. No solo a mí me lo decía, sino a mi hermano también.

—¿Es que acaso creen que viven solos o qué les pasa? ¡Hasta parece que no estoy yo o tu padre!

—Básicamente, de hecho, me extraña que tú estés aquí: siempre llegas tarde y ni siquiera nos llamas durante todo el día. Así que sí, a veces pienso que solo vivimos con mi padre —dije indiferente. Pasé por su lado, me miraba de forma amenazante, pero desde hacía tiempo que ya no me intimidaba.

VIGILADA |RDG|Tempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang