Capítulo 13 (Parte 2)

257 12 1
                                    


— ¡Nos vemos mañana, Paola! —Ainhara me da dos besos en la mejilla y cuando se aleja, agita su mano. Sonrío despidiéndome de igual manera y comienzo la caminata hacia el coche no muy lejos de donde estoy. Subo colocando la mochila en mis piernas.

— Tal parece que te fue bien —murmura mi padre sonriendo.

— No ha sido tan malo como pensaba —Ainhara me había ayudado bastante, me presentó a dos más de sus amigos y, aunque pensé que de alguna manera se comportarían cortantes conmigo, ha sido completamente todo lo contrario.

Acelera y transcurridos algunos minutos, llegamos al edificio. Solo cuando entramos al departamento, mi madre viene corriendo a nuestro encuentro.

— ¿Cómo te ha ido en tu primer día? —dice rápidamente con una sonrisa. Fed ríe, negando con la cabeza, colgando las llaves a un lado de la puerta.

— Muy bien, a decir verdad, aunque... —frunzo un poco el entrecejo, dejando la mochila en el sofá.

— ¿Pasó algo? —pregunta ella preocupada.

— Oh, no, para nada —le quito importancia—. Solo ya sabes, el típico chico patán de siempre.

— ¿Te hizo algo? —cuestiona ahora mi padre, sobreprotector. Rio al mismo tiempo que niego.

— Tampoco, tranquilícense, solo que tiene la sangre pesada —ellos suspiran aliviados. Me levanto del sofá subiendo las escaleras directamente hacia mi habitación, quiero quitarme esta indumentaria.

— Paola —mi madre me llama antes de que llegue al último escalón. La miro—, a las 4:30 pm tenemos tu cita del hospital, recuérdalo. —Asiento y sigo mi camino.

Tomo una ducha de 6 minutos; cuando salgo, la ropa ya está extendida en la cama: jeans de mezclilla, blusa color salmón y tenis blancos. Hago una coleta en mi cabello dejando flequillo, coloco labial y un poco de rubor en mis mejillas. Últimamente había estado viéndome algo más pálida. Pongo perfume y aceite corporal en puntos estratégicos. Cuando estoy lista, bajo de nuevo.

— ¡Vaya! —exclama mi padre al verme—. ¿A dónde vas jovencita?

— ¿No se supone iríamos al hospital?

— ¿Otra vez tiene que ir? —mi hermano intercede, nos mira extrañado, pero yo sonrío.

— Solo son pequeños chequeos, Álex. —Al decir aquello, se relaja y sigue con lo suyo.

Comemos mientras hacemos preguntas de cómo nos fue a mi hermano y a mí en nuestro primer día de clases: él se muestra emocionado, cuenta que ha conocido a un chico de su edad llamado Erick, muy juguetón y parecido al amigo que él tenía en México, pero que en sí, era agradable y divertido. Por mi cuenta, evito comentar mi desagradable encuentro con Guillermo, pero mientras que lo demás, lo digo sin problema.

 Por mi cuenta, evito comentar mi desagradable encuentro con Guillermo, pero mientras que lo demás, lo digo sin problema

Ups! Tento obrázek porušuje naše pokyny k obsahu. Před publikováním ho, prosím, buď odstraň, nebo nahraď jiným.
VIGILADA |RDG|Kde žijí příběhy. Začni objevovat