Capítulo 17

221 13 2
                                    

R U B É N

— ¿No te gustaría casarnos, Rubén? —dice de repente mi novia, haciendo que me atragante con mi propia saliva—. Tener dos hijos, una casa establecida, anillo de matrimonio y vivir juntos, ¿no te parece una fabulosa idea?

«No, la verdad es que no.»

— ¿No crees que es demasiado pronto para comprometernos? —Pensar en eso me aterra.

La luz entra desde la ventana a nuestro lado derecho, iluminando la gran parte del departamento, aunque siempre la tengo cerrada con cortinas, se me hizo conveniente abrirlas ahora.

— No, no lo creo. Creo que es demasiado hermoso.

— No estoy preparado para casarme, Marina, apenas llevamos 2 años juntos —digo.

— ¿Crees que no es suficiente? —cuestiona ofendida.

— Solo no estoy preparado, ¿puedes respetar eso? Quizás en un futuro sí que lo hagamos.

— Bien, de acuerdo. —Guarda silencio, mientras seguimos mirando la televisión—. ¿Has grabado en estos días?

— He hecho directos. —Me encojo de hombros.

Cojo el control del televisor y la apago. He perdido completamente el interés del programa que estábamos viendo.

— Oh, vamos, yo te ayudo a grabar uno. —Se levanta con una sonrisa, tomando mi mano y halando de ella con la intención de levantarme, pero yo me resisto.

— Mmh, de hecho, una amiga vendrá a ayudarme.

— ¿Has dicho amiga? —Se detiene abruptamente y la miro aún sentado en el sofá—. A ver, a ver, ¿amiga?

— Sí, como lo escuchaste. —Me suelta.

Cruza sus brazos enfrente de su pecho, haciendo que resalten sus senos por su pronunciado escote; lleva una blusa de tirantes blanca junto a unos pantalones ajustados negros y zapatos altos, su cabello rubio cae suelto por su espalda hasta llegar hasta su cintura. Tiene un hermoso rostro he de ser sincero: nariz pequeña, labios regordetes, ojos grandes y verdes, pestañas largas y espesas y cutis delgado.

— Y ¿quién coño dijo que podías tener amigas?

— Y ¿quién coño eres tú para decirme si tener o no? —respondo, sorprendiéndola—. Que yo sepa, tú tienes muchos amigos.

— Eso no es cierto. —Miente.

— Oh, ¿en serio? ¿Quiénes son Samuel, Emir y Jafet? —cuestiono, cruzándome de brazos—. Porque, que yo recuerde, siempre sales con ellos.

— ¿De qué estás hablando? —pregunta haciéndose la ofendida nuevamente, frunciendo el entrecejo—. Ya no hablo con ellos —río fuertemente.

— Te creo, Marina, te creo.

Me levanto, caminando hacia mi habitación. Ella me sigue por detrás, creyendo quizá que de verdad aceptaré su ayuda.

— Y bien, ¿dónde te grabaré? —dicta, confirmando mi teoría.

— Lo siento, querida, ya te dije que no lo harás tú.

— ¿Ah? Pero yo siempre te ayudo. —Patalea un poco; a veces pienso en cómo pude haber aceptado estar con ella. Sé que suena mal, pero ha pasado el tiempo y ya no le veo como solía hacerlo antes, creo verla ya como amiga más que novia.

— Lo sé, pero esta vez quiero que salga todo impecable, las tomas tienen que ser muy buenas —digo volteándola a ver cuando cruzo el umbral de la habitación.

VIGILADA |RDG|Where stories live. Discover now