Capítulo 6

694 32 1
                                    

8:35 a.m.

Los rayos de luz que entran por aquella ventana llegan hasta mis ojos y despierto poco a poco. La mañana es demasiado silenciosa y por un momento pienso que mi familia aún no ha despertado.

No me encuentro bien.

Todo lo que pasó en la madrugada del miércoles llega a mi mente, mis ojos instintivamente se nublan a causa de las lágrimas cuando me siento en la cama dispuesta a levantarme y enfrentar otro día con un tormento en mi cabeza.

Estos dos días habían sido tortuosos, mi familia desgraciadamente había notado que no había pasado una buena noche, sin embargo, bajo la insistencia de que solo había sido una noche de insomnio los tranquilizó. O eso pensaba.

Hasta que las pesadillas ocasionaban terribles gritos despertando a más de una persona por lo que con grandes ojeras en mis ojos delataban la creciente presión y estrés.

Mis amigos habían estado de igual manera preocupados, puesto que estos días había estado adelgazando más que las dos semanas anteriores y una extraña pero pequeña debilidad comenzaba en mi cuerpo no hace muchos días.

No le deseo esto a nadie, ni a mi enemigo; es la peor sensación del mundo y no puedo hacer nada al respecto: estoy amenazada y no sé las consecuencias. No quiero que vuelva a suceder, no quiero que me encuentre, no quiero volver a encontrármelo, no quiero saber nada acerca de él, no quiero nada de él.

Tengo muchísimo miedo y creo que es algo normal, después de todo lo que ha estado sucediéndome últimamente.

Me levanto con cuidado resignada a enfrentar mi día, especialmente que hoy toda mi familia estará reunida. Mi padre no trabaja el día de hoy ni mañana.

Bajo lentamente por las escaleras yendo directamente hacia a la cocina.

— Buenos días —saludo sin fuerza.

— Buenos días, Pao —contestan todos al unísono. Me quedo recargada en la barra de mármol viendo fijamente a un punto de la pared que se encuentra delante de mí.

— ¿Qué te pasa hija?, ¿por qué estás tan pálida? —pregunta con una notoria preocupación mi padre, los demás al escuchar la forma en la que lo dice, voltean a verme.

Mi cerebro instintivamente me lleva a ese momento, recordándome exactamente que no debo decir nada de lo que anteriormente había sucedido en mi habitación. Qué desesperante.

«...si cuentas esto a alguien tendré que castigarte, y no dudaré en hacerlo.»

Siento mis ojos arder, la angustia hace estragos en mi pecho y mente ocasionando que un enorme dolor de cabeza se instale para, después de algunos minutos, alejarse.

«No puedes decir nada, Paola mía, tienes que ser fuerte. Soportaste más cosas en el pasado, ¿por qué no aguantarías esto?» Sorprendiéndome ante los pensamientos reconfortantes de mi subconsciente, comencé a tranquilizarme.

Quitándome las lágrimas parpadeando rápidamente los observo; esperan ansiosos una respuesta, sin embargo, no estoy preparada para mentirles, así que dictándoles que ha sido de nuevo el insomnio, vuelven a lo que estaban haciendo antes. Qué ganas de decirles lo que pasó en la noche del miércoles.

Pero simplemente no puedo.

***

Quizás el visitar a alguna de mis amigas sea bueno para despejarme. Estar encerrada aquí no ayuda en nada, al contrario, solo me recuerda todo lo que ha pasado.

VIGILADA |RDG|Where stories live. Discover now