Capítulo 47

270 9 9
                                    


—¿Deseas más verduras, querida? —Negué rápidamente tan rápido como Héctor me preguntó, sonriendo y agradeciendo en silencio.

Estaba desconcertada y, además, temerosa. De todas las ideas que había imaginado el cómo reaccionaría Rubén al confesarle de mi enfermedad, esta fue, sin duda, una de las que no me esperaba; su tranquilidad, su manera de mirarme, la respiración pausada y su silencio, me inquietaban porque no sabía lo que pensaba, cómo tenía que interpretarlo y si eso significaba algo bueno o algo malo.

¿Acaso había entrado en shock? ¿Se molestó? ¿Qué pensaba ahora mismo? ¿Qué pasaba por su cabeza? ¿Por qué no me había dicho nada? ¿Por qué solo se había quedado así mirándome mientras me incomodaba?

Sabía que en algún momento tendría que expresar lo que sentía porque de algo que había aprendido de él en todo este tiempo, era que no se quedaba con las ideas en la cabeza: las daba a conocer y a veces, no era de una buena manera.

—¿Y bien, Paola? —Kristen sonrió llevándose un pedazo de carne a la boca, sacándome abruptamente de mis pensamientos—. Se nos mencionó que eras mexicana, ¿es eso cierto?

—Eso es correcto —sonreí, carraspeando—. He vivido toda mi vida en México, me crie junto con mis familiares, pero por asuntos personales y aprovechando la oportunidad, mudarnos a España fue la mejor opción

—¿Asuntos personales dices? Vaya... —soltó Rubén sonriendo y bebiendo agua al mismo tiempo. Apreté la mandíbula.

Maldita sea su cinismo, ¿acaso era necesario?

—Jo-der, pero mira que es hermoso allá, ¿eh? —Héctor rio mientras seguía comiendo—. Tuve la oportunidad de ir en varias ocasiones por vacaciones. Cancún es impresionante.

—Lo es. Hay muchos lugares a los cuales visitar que son hermosos.

—Espero que haya una oportunidad en la que nos puedas hacer un tour, Paola. Especialmente porque eres de allá, debes conocer muchos lugares —sonreí abiertamente, asintiendo—. Rubén también fue una vez, ¿no es cierto? Hace 11 meses, casi.

El chico a mi lado asintió.

—También fui a Cancún. No grabé demasiado, quería despejarme del estrés que estaba teniendo en ese momento y por eso, me desconecté de absolutamente todo.

—Pero te ayudó, ¿no? Regresaste diferente a cuando te fuiste.

Rubén se rio, se removió en su lugar y comió alzando una ceja. Una risa extraña que me hizo morderme la lengua de la curiosidad.

Al final, le quité importancia y bebí de mi vaso de agua.

—Es un lugar distinto del que suelo estar acostumbrado, pero fue divertido. Al final, se supone que el viaje debía durar solo un par de noches, pero saben que se alargó más de lo habitual.

—Sí, un viaje que al final duró un mes... —Héctor frunció el ceño—. Sigo sin entender ese problema de tu pasaporte. Ya van varias veces que pasa lo mismo. ¿Sigues sin poder arreglarlo?

—Se trata de algo que puede durar semanas o meses, Héctor —Rubén me miró de reojo. Añadió—; por ahora lo único que puedo hacer es esperar.

—Bueno, pero al menos disfrutaste estar allá y eso es lo que vale, al fin y al cabo. Paola —Kristen me miró ahora a mí—, puedes venir cuando quieras al pueblo en Noruega. Estoy segura de que te sentirás cómoda.

—¿¡Qué!? ¿¡Paola viniendo con nosotros!? —Lena, que hasta este momento se había mantenido en silencio, preguntó con sorpresa y la emoción filtrándose en su tono de voz—. ¡Eso sería genial! Por favor, Paola, di que sí. Podrías acompañarnos a esquiar y Rubén podría enseñarte, ¿verdad que sí, hermanito?

VIGILADA |RDG|Where stories live. Discover now