Capítulo 38

223 6 2
                                    

En la noche, sin mi celular, sin mi computadora... nada, me recosté en la cama con el cuerpo adolorido, con el corazón martilleándome decaído y las ganas de llorar evaporadas. La garganta me dolía, el pecho se me estrujaba y mucho más cuando el ambiente entre nosotros —mis padres y yo—, se había tensado tanto que fastidiaba.

La tarde se había transformado. Lo que debía ser un domingo feliz y tranquilo, había cambiado a uno completamente lúgubre y estresante en el que mis padres gritaban lo que querían con la única intención de convencerme de que todo estaba mal, que la culpa de todo esto era la mía. De mis "falsas acusaciones" hacia la infiel de mi madre. De que todo esto se debía a la atención que yo tanto necesitaba.

Porque mi padre no me creía. Se había dejado llevar por las palabras de Tamara al decirle que lo amaba, que ni siquiera había tenido tiempo de traicionarlo y claro, manipulando al máximo las emociones de Fed.
Obviamente había creído en ella porque...

«—Estamos casados, Paola, ¿acaso crees que quiero destrozar la familia que tanto nos costó hacer? —preguntó ella con un tono meloso que poco me creí, pero que mi padre por supuesto se tragó por completo—. ¿Cómo puedo desperdiciar todos los años que tenemos juntos? Nos amamos, no sería capaz de hacerlo y mucho menos manchar mi imagen por una sola noche, una aventura que sabría sería mi fin para con él. —Sonrió y yo apreté los puños.»

Por supuesto le creyó a ella, poniéndome a mí como la mala.

Me habían tachado de inmadura, de necesitar ir a terapia por lo tocada que estaba mi cerebro por culpa de Rubén porque él "me manipulaba". Entonces fue cuando exploté de verdad y me tiré con uñas y dientes a pesar de que, a cada instante, me gritaban que parara, que no estaba en una situación en la que pudiese defenderme.
Pero no me callé. Molesta, furiosa y con el rostro más empapado que nunca por las lágrimas, lo defendí como pude porque no iba a dejar que lo destruyeran. No mientras yo estuviese delante.

Solo cuando mi hermano bajó sollozando, pidiendo por favor que parásemos, vine a mi habitación corriendo, más agotada que nunca mentalmente.

La puerta se abrió en medio de la penumbra, no me moví de mi lugar, viendo fijamente el reloj. Llevaba más de 5 horas en la misma posición, sin embargo, no me importó nada, ni siquiera a sabiendas de quien se trataba.

Eran las 2:08 de la madrugada. Obviamente sabía quién era.

—Es bueno verte de nuevo, mi amor, ¿me extrañaste? —preguntó Él mientras escuché cómo cerraba con pestillo.

Cerré los ojos con fuerza y aguanté las ganas de gritarle que todo esto era por su culpa, pero ¿a quién engañaba? Si la culpa solo era mía.

—Ya quisieras. Lo único que quiero es que desaparezcas de mi vida y me dejes en paz.

Él rio al escucharme y a diferencia de las veces anteriores en el que estuvo aquí, no me estremecí.

—Cielo, cariño, jamás te dejaré sola —dijo y yo solo suspiré—. ¿Te digo algo? He pensado muchas veces en aparecerme en tu vida de buena forma, ya sabes, el que me conozcas y así tener una oportunidad de enamorarte, de conquistarte.

—Jamás vas a lograrlo porque te reconocería al instante —espeté con el matiz más gélido que pude—. Te odio de una manera que ni siquiera sé si es normal. Me has jodido completamente. Primero muerta a darte una maldita oportunidad de estar contigo.

—Cállate...

—¿Qué querías? ¿En serio pensabas que podría decirte que sí después de lo que has causado en mí? ¿De todas las veces que...? —me interrumpió.

VIGILADA |RDG|Where stories live. Discover now