Especial II: Plenilunio (5)

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El cuerpo proporcionado del ruso estaba al descubierto, la poca ropa que tenía había desapareció siento rota por su transformación ahora, largas piernas proporcionadas estaban flexionadas sobre el cuerpo de un ser, una espalda firme con anchos hombros y un musculo firme en sus brazos encarceló al más joven. Yuuri no podía entender porque se sentía febril y un ligero aroma a menta se le hacía cada vez más evidente.

Víctor tampoco sabía que pasaba, solo sabe que quien esta debajo de él emanaba un cálido aliento y el aroma a chocolate se hacía más y más intenso que hizo que su boca salivara y que su cuerpo se calentaba iniciando un fuego en su pelvis. Bajó su cabeza despacio a la cuna del cuello del chico y respiro pesadamente, delicioso. Fue lo que pensó al instante

—Ah...

Un ligero sonido salió de la boca del cuerpo febril y con ansias tomo los brazos de él, las uñas se clavaron en su piel dejando marcas rojas que bajaban por sus brazos mientras temblaba cada vez más aquel chico.

—Yo... yo quiero...

Yuuri no sabía que balbuceaba pero quería algo, no sabía que porque desde ese instante sentía un vacío en su estómago. Había ligeros dolores esporádicos que a veces eran intensos y otros solamente suaves, su sudor comenzó a pegarle la ropa a su fino cuerpo y una humedad entre sus piernas comenzó a notarse ¿Qué pasaba? ¿Por qué? Eran sus preguntas pero para él, no había respuesta, era tan extraño como necesario saciar aquella necesidad que surgía en esos momentos, pero también era vergonzoso.

¿Qué estaba pasando?

Víctor respiró más hondo después de los sonidos que hacía el más joven, sentí su piel suave por lo que sacó la lengua y con punta comenzó a saborear el cuello que causaba pequeños temblores ocasionales, bajando a la tela que te interponía para llegar a aquella suavidad que lo deleitaba por lo que sin ceremonias tomó los dos lados de la suave tela y la rompió, los botones salieron volando en algunas direcciones pero la piel fue descubierta y viajó a uno de sus pezones rosados que ahora estaban rígidos por las estimulaciones de él.

Las manos del joven ruso recorrieron desde las manos, tocando cada dedo suavemente, la textura de la piel en cada brazo y el poco musculo desarrollado, sintiendo los ligeros bellos de los brazos y la suavidad de sus hombros, el blando camino de los costados del cuerpo hasta llegar a los pectorales suaves donde él estaba abusando sin compasión de ambos brotes ahora rojizos e hinchados. Yuuri se sentía desfallecer de cada oleada de placer y aquel calor que lo envolvía con cada vez más fuerza, alzó con dificultad sus brazos y los colocó en la cabellera de plata que le recorría parte de sus brazos, sintió como mordisqueaban sin control su brote y sus labios no dejaban de sacar sonidos obscenos sin control. La parte baja de su cuerpo estaba sin fuerza en absoluto, sentía humedad en la zona intima de su cuerpo, sus piernas temblaban por las constantes atenciones en los pezones causando que enroscara sus finos dedos.

El joven ruso dejó los brotes que toqueteaba hasta dejarlos rojizos como las cerezas y casi el doble de su tamaño, una pequeña comenzó en sus dientes causo que comenzara a mordisquear la suave y tierna piel clara, sus manos marcaban sus movimientos y bajaron sin complicaciones los pantalones de elástico dejando al descubierto con un tímido rebote el miembro erecto del japonés.

—Vi-Vitya... Mm...— Yuuri gimió su nombre mientras más humedad se filtraba de su zona baja.

—Yuuri... hueles muy bien— Víctor, perdido en sus sensaciones subió hasta la cara del nipón y lo tomó su rostro en una de sus manos.

Ambos rostros se acercaron, sus narices se tocaron suavemente mientras dos suavidades se unían... explorando nuevas acciones y humedecían su unión, la lengua rojiza de Víctor lamió los labios de Yuuri, este abrió la boca y un gemido salió de lo profundo de su garganta, la manzana de Adán de Víctor se movió rítmicamente cuando lo escuchó, su pene se endureció cada vez que se hacía doloroso seguir sin liberar aquello que lo molestaba pero, no podía dejar que pensar en el sabor de sus labios cuando los toco hace poco, así que los tomó, tragando cada sonido, cada fluido que intentaba salir y cada aliento que llegaba a filtrar, a veces se separaban rápido otras tardaban pero la intensidad de su ataque nunca cesó; Yuuri quien ahora se encontraba desnudo, descubriendo su hermoso cuerpo juvenil se movió poco a poco y sus manos que no habían dejado el cabello platinado atrajeron más al chico de la cima, tomando fuerza de sus piernas las alzó y las enganchó en las caderas del opuesto, las manos de ambos viajaban sin fin en el cuerpo del otro explorando, acariciando y atesorando por que si, hay pasión pero sobre todo. Hay amor.

Una Noche, Para Toda La VidaWhere stories live. Discover now