XLIV

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Marinette había calculado que Adrien llevaría a su hermana a visitarla al día siguiente de su llegada a Pemberley, y en consecuencia, resolvió no perder de vista la fonda en toda aquella mañana. Pero se equivocó, pues recibió la visita el mismo día que llegaron. Los Cheng y Marinette habían estado paseando por el pueblo con algunos de los nuevos amigos, y regresaban en aquel momento a la fonda para vestirse e ir a comer con ellos, cuando el ruido de un carruaje les hizo asomarse a la ventana y vieron a un caballero y a una señorita en un cabriolé que subía por la calle. Marinette reconoció al instante la librea de los lacayos, adivinó lo que aquello significaba y dejó a sus tíos atónitos al comunicarles el honor que les esperaba. Estaban asustados; aquella visita, lo desconcertada que estaba Marinette y las circunstancias del día anterior les hicieron formar una nueva idea del asunto. No había habido nada que lo sugiriese anteriormente, pero ahora se daban cuenta que no había otro modo de explicar las atenciones de Adrien más que suponiéndole interesado por su sobrina. Mientras ellos pensaban en todo esto, la turbación de Marinette aumentaba por momentos. Le alarmaba su propio desconcierto, y entre las otras causas de su desasosiego figuraba la idea de que Agreste, en su entusiasmo, le hubiese hablado de ella a su hermana con demasiado elogio. Deseaba agradar más que nunca, pero sospechaba que no iba a poder conseguirlo.

Se retiró de la ventana por temor a que la viesen, y, mientras paseaba de un lado a otro de la habitación, las miradas interrogantes de sus tíos la ponían aún más nerviosa.

Por fin aparecieron la señorita Agreste y su hermano y la gran presentación tuvo lugar. Marinette notó con asombro que su nueva conocida estaba, al menos, tan turbada como ella. Desde que llegó a Lambton había oído decir que la señorita Agreste era extremadamente orgullosa pero, después de haberla observado unos minutos, se convenció de que sólo era extremadamente tímida. Difícilmente consiguió arrancarle una palabra, a no ser unos cuantos monosílabos.

La señorita Agreste era más alta que Marinette y, aunque no tenía más que dieciséis años, su cuerpo estaba ya formado y su aspecto era muy femenino y grácil. No era tan guapa como su hermano, pero su rostro revelaba inteligencia y buen carácter, y sus modales eran sencillísimos y gentiles. Marinette, que había temido que fuese una observadora tan aguda y desenvuelta como Agreste, experimentó un gran alivio al ver lo distinta que era.

Poco rato llevaban de conversación, cuando Adrien le dijo a Marinette que Luka Couffaine vendría también a visitarla, y apenas había tenido tiempo la joven de expresar su satisfacción y prepararse para recibirle cuando oyeron los precipitados pasos de Couffaine en la escalera, y en seguida entró en la habitación. Toda la indignación de Marinette contra él había desaparecido desde hacía tiempo, pero si todavía le hubiese quedado algún rencor, no habría podido resistirse a la franca cordialidad que Luka Couffaine le demostró al verla de nuevo. Le preguntó por su familia de manera cariñosa, aunque en general, y se comportó y habló con su acostumbrado buen humor.

Los señores Cheng acogieron a Luka Couffaine con el mismo interés que Marinette. Hacía tiempo que tenían ganas de conocerle. A decir verdad, todos los presentes les inspiraban la más viva curiosidad. Las sospechas que acababan de concebir sobre Adrien y su sobrina les llevaron a concentrar su atención en ellos examinándolos detenidamente, aunque con disimulo, y muy pronto se dieron cuenta de que al menos uno de ellos estaba muy enamorado. Los sentimientos de Marinette eran algo dudosos, pero era evidente que Adrien rebosaba admiración a todas luces.

Marinette, por su parte, tenía mucho que hacer. Debía adivinar los sentimientos de cada uno de sus visitantes y al mismo tiempo tenía que contener los suyos y hacerse agradable a todos. Bien es verdad que lo último, que era lo que más miedo le daba, era lo que con más seguridad podía conseguir, pues los interesados estaban ya muy predispuestos en su favor. Couffaine estaba listo, Georgiana lo deseaba y Adrien estaba completamente decidido.

Pride & Prejudice  (Adrinette)Where stories live. Discover now