XXV

48 14 0
                                    

Lunes 23 de Junio.

Le regale a Georgiana un nuevo parasol esta mañana, y estuve complacido al ver cuánto placer le procuro el regalo.

Un poco de color empezaba a marcarse en su tez.

Mientras pensaba esto, no pude evitar pensar en Marinette. Su semblante siempre era saludable. Le gustaba estar al aire libre, y siempre estaba caminando, lo que iluminaba sus ojos y hacia que su rostro brillara.

¿En dónde está ahora? ¿Está en Longbourn? ¿Piensa en mí? ¿Me detesta, o me ha perdonado?

Miércoles 25 de Junio.

Estoy ahora convencido que Luka está todavía enamorado de Chloé Dupain. Lo he observado por más de seis semanas, y sé que está cercano el día en que debo confesarle lo que he hecho. Pensar que puedo decirle con quien debe o no debe casarse fue un acto de arrogancia, y usar el arte del engaño para hacer lo que deseaba fue una impertinencia del peor tipo.

—Pareces pensativo, Adrien— dijo el Coronel Le Chien Kim, acercándose hacia mí. —¿Ha hecho Luka algo malo?

—No. Soy yo quien ha hecho algo para angustiarlo.

—¿Oh?

—Creo haberte contado una vez de un amigo a quien había salvado de un matrimonio desastroso. Estoy empezando a creer que fue una interferencia equivocada.

—Me parecía que le habías hecho un favor.

—Y también yo lo pensaba así, pero él ha perdido todo interés en las jóvenes desde entonces.

—Ese joven amigo era Luka, ¿No es así?— Lo admití.

—Es joven. Pronto encontrará a alguien más.

—No estoy tan seguro. Es ese momento pensé que actuaba por amabilidad, pero ahora lo veo todo diferente. Fue entrometimiento.

—¡Entonces coincides con Miss Dupain!

—¿Miss Dupain?— pregunté.

—Sí. Miss Marinette Dupain. Era de la opinión de que era entrometimiento también. Oh, no temas.— dijo, al ver mi expresión. —No le di ningún detalle, solo que tu habías salvado a Luka de un desastroso matrimonio. No mencione el nombre de la dama, pues claro, no lo conocía. No necesitas temer que pueda conocer a la familia.

No dije nada. La verdad, estaba muy alterado como para hablar. Entonces Marinette había escuchado de mi intervención, y lo había escuchado de una forma congratulatoria, de parte de mi primo, quien en toda su inocencia, le dijo que tan útil había sido.

No es sorpresa que haya estado tan enojada conmigo en la casa parroquial. Solo me pregunto cómo no pudo estar aún más enojada. Empezaba a ver claramente porque me había rechazado. Y veía ahora que, por medio de mi propio orgullo, arrogancia y locura, había perdido a la mujer que amo.

Pride & Prejudice  (Adrinette)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora