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Viernes 8 de Agosto.

No pude dormir la noche pasada, pero esta vez fue causado por felicidad. Creo que Marinette no siente aversión hacia mí. Con el tiempo, creo, puedo llegar a gustarle. Creo que fue el feliz destino quien la trajo a Derbyshire, y quien me incitó a adelantarme al resto de mi grupo, para encontrarla. En Londres, traté de olvidarla, pero era imposible. Ahora, debo tratar de ganarla.

Fui a la posada, por lo tanto, esta mañana, esperando sentarme con ella. Fui invitado a la sala por el sirviente. Mientras íbamos escaleras arriba, me pregunté cuál sería su expresión cuándo entrará a la habitación. A partir de eso, podría saber. Una sonrisa mostraría que era bienvenido. Un sonrojo me daría esperanza.

Una mirada fría me acabaría completamente.

La puerta se abrió. Pero en lugar de ver a Marinette sentada con su tía, la vi saliendo disparada hacia la puerta, su rostro pálido y sus maneras agitadas. Pensé que una gran calamidad le había pasado para producir esa apariencia, pero antes de que tuviera la oportunidad de hablar, volteo sus ojos angustiados hacia los míos y exclamó: —Le ruego que me disculpe, pero debo dejarlo. Debo de encontrar a Mr Cheng en este momento, es un asunto que no puede ser demorado; no puedo perder ningún instante.

—¡Dios mío! ¿De qué se trata?— pregunté, esperando ser de ayuda. Tan pronto como las palabras salieron, sabía que poco consoladoras habían sido. Recuperándome, dije: —Permítame que sea yo, o mande un criado a buscar a los señores Cheng. Usted no está en condiciones.

—Oh, sí, el criado.— La llamó y le dijo con voz apagada: —Debe encontrar a mi tío. Tráigalo pronto. Es una cuestión de la mayor urgencia. Mande a un chico. Dígale que su sobrina lo necesita inmediatamente. Dígale a mi tía. Ella debe venir, también.

El criado prometió hacerlo así, y se fue.

Vi las rodillas de Marinette temblar y me moví hacia adelante, listo para prestarle mi asistencia, pero ella se sentó antes de que pudiera alcanzarla, viéndola tan descompuesta, no hubiera podido irme, incluso si lo hubiera querido.

—Permítame llamar a su doncella,— dije suavemente, sintiéndome repentinamente inútil. No sabía nada sobre ayudar a las damas en tales circunstancias. Repentinamente se me ocurrió. —Una copa de vino, ¿le traigo una?

—No, gracias,— respondió. La vi luchar consigo misma y controlando lo peor de su agitación. —Yo estoy bien. Lo único que pasa es que estoy desolada por una horrible noticia que acabo de recibir de Longbourn.

Rompió a llorar. Deseaba acercarme y consolarla. Deseaba poner mis brazos alrededor suyo y calmar su sufrimiento. Por primera vez en mi vida condenaba la civilidad, los modales y la clase. Siempre habían parecido tan importantes para mí, pero ahora eran de poco valor porque me estaban separando de Marinette.

Un momento más y creo que hubiera aventado los modales al aire, pero ella se recuperó y dijo: —He recibido una carta de Chloé y me da noticias espantosas que a nadie pueden ocultarse. Mi hermana menor nos ha abandonado, se ha fugado, se ha entregado a... Nathaniel Kutzenberg. Los dos se han escapado de Brighton. Usted le conoce demasiado bien para comprender lo que eso significa. Lila no tiene dinero ni nada que a él le haya podido tentar... Está perdida para siempre.

No podía creer lo que está escuchando. Esto era pérfido en verdad. Robar a una joven lejos de sus parientes y amigos. Y aun así él ya lo había hecho antes, o al menos lo había tratado, y hubiera tenido éxito de no haberlo detenido en el intento.

—¡Cuando pienso que yo pude haberlo evitado! ¡Yo que sabía quién era!— exclamó.

No, quería decirle. Usted no tiene la culpa. Yo debí haber hecho saber su naturaleza. Pero las palabras salían de ella como un torrente, y no podía hacer otra cosa que dejarla hablar. Al final, su corriente llago a su fin.

Pride & Prejudice  (Adrinette)Where stories live. Discover now