XX

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¿Este iba a ser el final de todas mis preocupaciones? ¿Ser rechazado? ¡Y de esta manera! ¡Yo! ¡Un Agreste! Ser tratado como su fuera un caza-recompensas o un pretendiente indeseable. Mi asombro dio paso rápidamente a resentimiento. Tan disgustado me sentía que no abriría mis labios hasta que creyera controladas mis emociones.

—¿Y esta es toda la respuesta que voy a tener el honor de esperar?— dije por fin. —Quizá debería preguntar por qué se me rechaza con tan escasa cortesía. Pero no tiene la menor importancia.

—También podría yo preguntar— replico Marinette apasionadamente, —por qué con tan evidente propósito de ofenderme y de insultarme me dice que le gusto en contra de su voluntad, contra su buen juicio y hasta contra su naturaleza. ¿No es esta una excusa para mi falta de cortesía, si es que en realidad la he cometido? Pero, además, he recibido otras provocaciones, lo sabe usted muy bien. Aunque mis sentimientos hubieran sido contrarios a los suyos, aunque hubiesen sido diferentes o incluso favorables. ¿Cree usted que habría algo que pudiese tentarme a aceptar al hombre que ha sido el culpable de arruinar, tal vez para siempre, la felicidad de una hermana muy querida?

Sentí que mi color cambiaba. Entonces había escuchado sobre eso. Hubiera deseado que no fuera así. No podía esperar hacerla pensar bien de mí. Pero no tenía nada de que estar avergonzado. Había actuado con las mejores intenciones para mi amigo.

—Tengo todas las razones del mundo para pensar mal de usted. No hay nada que pueda excusar su injusto y ruin proceder.— Siguió.

Sentí mi expresión endurecerse. ¿Injusto? ¿Ruin? No, por supuesto que no.

—No se atreverá usted a negar que fuera el principal si no el único culpable de la separación del señor Luka Couffaine y mi hermana, exponiendo al uno a las censuras de la gente por caprichoso y voluble, y al otro a la burla por sus fallidas esperanzas, sumiéndolos a los dos en la mayor miseria.

No podía creer lo que estaba oyendo. ¿Caprichoso y voluble? ¿Quién juzgaría a Luka de caprichoso por irse a Londres cuando tenía asuntos que atender? ¿Burlas por fallidas esperanzas? Miss Dupain no había tenido ninguna esperanza, a menos que hayan sido plantadas en su mente por su madre, quien no podía ver más allá de las cinco mil libras por año de Luka. ¿La mayor de las miserias? Sí, eso sería lo que Luka hubiera sufrido si hubiera expresado sus sentimientos. Él se hubiera unido a una mujer por debajo de su estatus.

—No tengo ningún deseo de negar que hice todo lo que estuvo en mi poder para separar a mi amigo de su hermana, ni que me alegro del resultado. He sido más amable con el que conmigo mismo.

Marinette ignoró mi comentario y dijo: —Pero no solo en esto se funda mi antipatía. Mi opinión de usted se formó mucho antes de que este asunto tuviese lugar. Su modo de ser quedo revelado por una historia que me contó Mr Nathaniel hace algunos meses. ¿Qué puede decir de esto? ¿Con que acto ficticio de amistad puede defenderse ahora? ¿Con que falsedad puede justificar en este caso su dominio sobre los demás?

¡Nathaniel Kutzenberg! No pudo haber encontrado un nombre mejor calculado para herirme, y al mismo tiempo, disgustarme.

—Se interesa usted muy vivamente por lo que afecta a ese caballero— comenté agitado.

Me lamente por mis palabras tan pronto las dije. ¿Qué me importaba si mostraba algún interés por Nathaniel Kutzenberg? Después de su rechazo, nada sobre Marinette tenía ningún derecho de ser de mi interés otra vez.

Y aun así sentí intensificarse mi mortificación, y descubrí una nueva emoción en mi pecho, una muy indeseable. Celos. ¡Era intolerable que ella prefiriera a Nathaniel Kutzenberg que a mí! Que fuera incapaz de ver a través de su sonriente exterior hacia el negro corazón debajo.

—¿Quién, que conozca las penas por la que ha pasado, puede evitar sentir interés por el?

—¡Las penas que ha pasado!— repetí. ¿Qué historia le había estado contando a ella? Nathaniel Kutzenberg quien tenía todo. Quien había sido mimado y consentido en su infancia y, a pesar de eso, se había convertido en uno de los más viciosos, libertinos jóvenes que había conocido.

Mientras pensaba en el dinero que mi padre había gastado en él, las oportunidades que había tenido, y la ayuda que yo mismo le había procurado, no pude evitar que mis labios se ondularan.

—Si, en verdad sus penas han sido inmensas

—Y por su culpa— dijo enojada. —Usted lo redujo a su actual relativa pobreza. Usted le negó el porvenir que, como bien debe saber, estaba destinado a él. En los mejores años de su vida le privo de una independencia a la que no solo tenía derecho sino que merecía. ¡Hizo todo esto! Y aun es capaz de ridiculizar y burlarse de sus penas.

—¡Y esa es,— exclamé, alterado por encima de mi resistencia, comencé a dar zancadas por el salón, —la opinión que tiene de mí! ¡Esta es la estimación en la que me tiene! Le doy las gracias por habérmelo explicado abiertamente. Mis faltas, según calculo, son verdaderamente enormes. Pero puede que estas ofensas hubiesen sido pasadas por alto si no hubiese herido su orgullo con mi honesta confesión de los reparos que durante largo tiempo me impidieron tomar una resolución. Pero aborrezco todo tipo de engaño y no me avergüenzo de los sentimientos que he manifestado, eran naturales y justos. ¿Cómo podía suponer usted que me agradase la inferioridad de su familia y que me congratulase por la perspectiva de tener unos parientes cuya condición están tan por debajo de la mía?

La irritación de Marinette crecía a cada instante, pero logro controlar su temperamento para responder.

—Se equivoca usted, Mr Adrien, si supone que lo que me ha afectado es su forma de declararse; si se figura que me habría evitado el mal rato de rechazarle si se hubiera comportado de modo más caballeroso.

Sentí un intenso sobresalto. ¿Si me hubiera comportado de modo más caballeroso? ¿Cuándo había sido otra cosa más que un caballero?

—Usted no habría podido ofrecerme su mano de ningún modo que me hubiese tentado a aceptarla.— dijo.

No podía creerlo. ¿Ella nunca hubiera podido aceptar mi mano? ¿Nunca hubiera aceptado una conexión con la familia Agreste? ¿Nunca aceptaría todos los beneficios que se le presentarían como mi esposa? Era una locura. ¡Y el culparlo, no por mis manera, sino por mi persona! La mire con obvia incredulidad. ¡Yo, quien había sido cortejado en salones alrededor de todo la tierra!

Pero ella aún no había terminado.

Pride & Prejudice  (Adrinette)Όπου ζουν οι ιστορίες. Ανακάλυψε τώρα