Kit 5/6

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(Los Ángeles, California

Hace 11 meses)



―¡Esa se parece a una canasta de frutas!

―¿Qué? ¿En dónde? Yo veo un tren.

―¿En qué demonios se parecen un tren y una canasta de frutas?

―No lo sé, eso te pregunto yo.

―Creo que necesitas lentes, Kit.

―Y yo creo que necesitas mejorar en esto de buscarle forma a las nubes.

Addison frunce las doradas cejas y me muestra la lengua como la niña pequeña que normalmente parece ser. A veces me pregunto quién cuida de quién.

―No hagas eso, te arrugarás como una pasa.―Reprocho y deslizo mi dedo por la línea profundamente marcada en el ceño.

―¿Y? ―Aleja con delicadeza mi mano, lista para reincorporarse. Se sienta sobre sus posaderas y deja que el sol le impacte directo en las mejillas. Sus piernas quedan estiradas frente a ella y sobre la manta de picnic que decidimos echar para no llenarnos de briznas y hormigas― ¿Acaso significa que dejarás de quererme cuando tenga setenta años?

―Sí, exactamente eso quise decir.―Contesto solo para tocarle los nervios. Sabe que juego y por eso sonríe. Por mi parte, decido quedarme acostado boca abajo, apoyando el peso de mi cuerpo en mis antebrazos y codos. En esta posición tengo una mejor vista del cielo y de Addi formando parte de él, una perspectiva similar a las de las fotografías veraniegas que suelo ver en Tumblr― ¿No crees que el tiempo es una maldición?

Observo cómo lo analiza unos instantes mientras que aprovecha para retirar los lentes de sol de su cabeza y dejarlos a un lado.

―Pienso que las personas volvemos del tiempo una maldición. Sobreanalizamos y nos preocupamos por algo que ni siquiera podemos ver o tocar. ¿Has considerado que tal vez el tiempo podría no ser mucho más que una ilusión? Una idea abstracta ―Ahora es mi turno de contraer el rostro en una mueca― Solo se trata de una unidad de medida inventada por el hombre para determinar algo que sencillamente es inexplicable.

¿Dónde he escuchado eso? No importa; lo que sea que venga de los labios de Addison se siente como música para mis oídos.

Demonios, hombre, sí que estás perdido.

―Recuerdo haber leído algo similar en uno de los libros de textos de la escuela ―Expreso, buscando en mis archivos mentales dicho momento.

La teoría de la relatividad de Einstein. ¿Física de penúltimo año? ―Espera por mi respuesta con una sonrisa dibujándosele en el rostro. Entonces chasqueo con la lengua y asiento en su dirección― Demasiado larga para explicarla en un día de picnic, pero básicamente esa es su hipótesis: el engaño del tiempo.

Addi tiene un cerebro brillante y eso no podría volverme más loco. A veces me frustra un poco no poder corresponder a sus miles de conocimientos porque no soy un genio, pero a la vez me lleva a leer más y estar preparado para cualquier debate repentino como este. Es una mejoría, ¿no?

Sí lo es. Ella solo mejora mi vida. ¡Incluso Jamie lo ha notado! La semana pasada dijo que me vio sonreír sin que mamá me obligara a hacerlo. Y papá se burló de las galletas de avena que preparé especialmente para la rubia. Aunque, pensándolo bien, de haberme visto con un delantal con estampado de gallinas y girasoles, también me habría reído.

Agh, algunos tenemos que hacer sacrificios.

―¿Cómo es que sabes tanto de todo? ―Inquiero. ¿Dieciocho años son suficientes para almacenar semejante cantidad de cosas en la cabeza?

No me iré hasta que te enamoresWhere stories live. Discover now