Capítulo 25: PARTE I

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Bien, bien, como dice ahí arriba, este cap lo dividiré en dos partes para que no se haga tan pesado porque es bien largo jeje.

La siguiente actualización será doble; es decir, la segunda parte del capítulo 25 y otra cosa que escribí por ahí👀

En fin, espero disfruten la lectura💛

Canción en multimedia:

The Middle —Zedd, Maren Morris.

La tensión dentro del auto podía cortarla con una tijera si quería

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La tensión dentro del auto podía cortarla con una tijera si quería. Lástima que las artes plásticas no eran lo mío sino lo de Ki...

«¡No, no pienses en él!»

—Gabe.

—Kelly.

Compartimos una mirada cómplice cuando ambos hablamos al unísono. Una risita nerviosa trepó por las paredes de mi garganta.

—Esto es un avance de la naturaleza humana. Darwin estaría orgulloso.—Giró el volante, en la proximidad vislumbré la fachada de casa.

Quise reírme del chiste científico, pero no pude. No sabiendo lo que se ocultaba en mi mochila, sobre mi regazo.

Detuvo el auto en silencio y con su mirar esmeralda me transmitió la duda.

—¿Sucede algo? Nunca estás tan callada.

Asentí con cierto pesar en el gesto.

—Ven conmigo.

Lo arrastré desde el vehículo hasta la cocina, ignorando las palabras de Keith en el camino. Subimos las escaleras y cerré la puerta con pasador cuando entramos en mi cuarto.

—Pequeña, si lo que querías era hacerme una propuesta indecente...—Comenzó a sacarse el suéter de rombos por encima de la cabeza.

—¿Qué? No seas absurdo.—Lo paré en seco con mi mano en su pecho.

Me miró con cierto reproche, en un mohín que lució realmente tierno. Se rindió, bajando el suéter a su lugar de nuevo.

No dejé que hablara y saqué las fotografías de su escondite. Las había ocultado en mi cajón de la ropa interior porque, duh, nadie buscaría entre mis bragas y sujetadores.

Las repartí sobre la cama. En un lado las que había sacado de la mochila de Kit, en otro la que Alaska había hallado en el umbral de la puerta, dejando de último las que cayeron de mi casillero.

Me sentí como en esa serie con la que mi hermano últimamente estaba obsesionado, donde todo era un maldito rompecabezas y debían encontrar el inicio y el fin de algo aparentemente imposible.

Hice un ademán a la cama. Su rostro se mantuvo inexpresivo unos momentos, hasta que endureció la mandíbula.

—Necesito respuestas, Gabriel. Y si no me las das, las buscaré por otra parte —advertí. Cerró los ojos, respiró profundo.

No me iré hasta que te enamoresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora