Capítulo 33

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Capítulo re largo el día de hoy y con banda sonora deprimente. Preparen sus cotufas🍜

Canción en multimedia: How to save a life —The Fray

Canción en multimedia: How to save a life —The Fray

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Capítulo 33

Cómo salvar una vida

«Qué noche la de anoche»

El sábado por la mañana desperté con una jaqueca capaz de hacerme explotar el cráneo. Comencé a pensar que no era normal sufrir de tanta migraña.

A mi lado en la cama se encontraba Gabriel, tieso como un tronco, respirando pesadamente y de vez en cuando batiendo las rizadas pestañas. Alcé las sábanas y las arrastré, así las dejé reposar sobre sus hombros.

¿Cómo era que todo lo que me esforzaba por planear terminaba en un desastre de tan increíble calibre? Es decir, ¿qué tanto podía odiarme Dios como para joderme todos los planes?

Posterior al espectáculo que dio Shawn y a la salida dramática de Chris, los murmullos y teorías de los invitados a la fiesta comenzaron. Y lo hicieron para no detenerse en un buen tiempo.

Algo como aquello no sucedía en Preston High School, donde el mayor de los problemas eran los atuendos de mal gusto. Comentario hecho por Sandy Williams, no por mí.

La escena en el Baile dio como terminado el evento, justo después de que yo enviara a todos a sus casas. Incluyendo a Shawn, quien quedó encargado por Kit. El resto fue repartido en los otros dos automóviles. Nos encargamos de dejar a Timber en casa con Lana, y a eso de la medianoche llegué a la conclusión de que sería mejor dormir con Gabriel.

Ambos llegamos agotados por el extenuante día, por lo que no fue un trabajo muy dificultoso el dormirnos.

Horas luego de despertarnos por completo y obtener nuestra dosis mañanera de amor cursi de pareja, desayunamos y descendimos hasta el estacionamiento privado de la residencia.

—¿Estás segura de que puedo ir? No quiero incomodar.—Gabe hizo un mohín tierno.

—Claro que puedes ir, ya eres parte de la familia —aseguré. Entré en el auto y bajé el cristal de la ventanilla. El día, como pocos en la ciudad, estaba cálido y radiante, debía aprovecharlo—.Además, Tim estará feliz de verte por última vez antes de volver de Inglaterra. Quizás preparó una nueva lista de preguntas.

—A veces me pregunta por cosas que no le puedo responder —admitió, poniendo el vehículo en movimiento y tomando rumbo al aeropuerto de Seattle-Tacoma—, por ejemplo, me preguntó qué pienso acerca de la ecuación de Dirac. Seré sincero: no tengo idea de qué carajos es.

Arrugué la nariz.

—Yo tampoco. Pero voy a investigarlo.—Rápidamente, ingresé en Google el nombre de dicha fórmula; me dispuse a leer con atención y cuando por fin digerí la información, solté un silbido—. Tim podría dominar el mundo si quisiese. ¡Es un genio! No, ¡es el genio de la familia! Qué envidia.

No me iré hasta que te enamoresWhere stories live. Discover now