Capítulo 21

67 13 78
                                    

Capítulo largo ;) Busquen palomitas y acomoden bien sus traseros en el/la sofá/cama/silla/escritorio/techo/pared/nave espacial o carruaje. Luego me lo agradecerán.

Gracias por leerme, son los mejores🧡

Canción en la multimedia:

Bitter Sweet Symphony —The Verve.

El obsequio de Kit seguía en mi mochila sin ser tocado

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

El obsequio de Kit seguía en mi mochila sin ser tocado.

El martes, el castaño brilló por su ausencia, lo que me pareció raro y con sinceridad, un poco preocupante. Tenía tendencias de ser paranoica, y por lo que yo misma había observado, Kit detestaba faltar a clases. Podría ser un grandísimo hijo de su madre...¡No, espera! Yo amaba a Amelia, mejor suena «Hijo de su padre» que aún no tenía el placer de conocer. Retomando el punto, Kit podía ser un hijo de su padre, pero mal estudiante, jamás.

Gabriel anduvo merodeando ese mismo día por los alrededores de la cafetería y las áreas comunes. Como había prometido con anterioridad, tomó su distancia totalmente profesional. Lo más desconcertante fueron los sentimientos encontrados que se debatían en mi interior por tomar el control. Muy en el fondo sabía que me habría gustado mucho que se aproximara tan solo unos segundos a mí y me saludara.

Las dos palabras del lunes rebotaban contra las paredes de mi cabeza como una pequeña e insistente pelota de goma. «Me gustas, me gustas, me gustas, me gus...»

—¡Kels!

—¡Me gustas! —Como acto reflejo, mis pensamientos salieron en voz alta. Alaska frunció el ceño confundida y Shawn soltó una carcajada.

—Ya lo sabía, les gusto a todos, no es nada personal.—Realizó un ademán con la mano, pestañeé unas cuantas veces para salir de mi ensoñación—. Mira, ahí va otra fiera.

Me giré un poco en la dirección a la que señalaba y me encontré con un Gabriel siendo acosado contra las paredes de una máquina expendedora por una chica rubia de tercer año. Él intentaba escapar de su agarre con algunas palabras y sonrisas incómodas. La rubia tomó un mechón de su cabello y lo enroscó en su dedo, en un gesto de obvio interés.

«Me gustas»

Me di la vuelta, con una pequeña sonrisa que fui incapaz de esconder por completo.

¿Cómo saber si realmente le gustaba o solo era un juego más para él? No quería decepcionarme, pero tampoco ilusionarme como una tonta chiquilla.

—No sé qué le ven, no es la gran cosa.—«Dilo hasta que te lo aprendas» me gritó el subconsciente.

—Es lindo —acotó Shawn, dando un sorbo a su malteada. Alaska entornó los ojos en su dirección, a lo que el pelinegro pareció recapacitar—. Digo, es apuesto. Si yo fuera una chica, me querría acostar con él.

No me iré hasta que te enamoresWhere stories live. Discover now