Capítulo 19

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Espero lo disfruten♥️

❤️🧡💛

Kit McAdams

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Kit McAdams.

¿Las personas eran arte?

El arte va más allá de lo superficial. De lo tangible, de lo visible. El arte no es bonito, ni tampoco feo. El arte no es pequeño ni grande. El arte es solo una infinita manta de sentimientos volcados sobre un lienzo; moldeado en colores, texturas, olores, sabores, incluso...personas.

El arte es miedo, amor, dolor, nostalgia, enojo, tristeza. El arte es necesidad. Necesidad de sentimiento, de expresión. El arte era lo que yo necesitaba. El arte era mi combustible.

¿Y cómo negármelo? ¿Cómo negárselo?

Kelly era arte. ¿Era yo arte? Sí, también lo era. Y al fin y al cabo...la belleza es relativa y el arte para quién lo ve ¿No?

No podía privarnos del arte, y ese, en definitiva, fue mi primer error.

Aquella tarde estaba enojado porque el inservible de Gabriel parecía hacer todo lo que yo le decía que no hiciera, y sabía que era solo para joderme la vida a mí. Empezaría a utilizar psicología inversa con él.

Gabriel le rompería el corazón a Kelly. De una forma u otra, lo haría. Siempre era así. Lo había visto a lo largo de los años, desde que papá había puesto contacto entre nosotros.

En realidad, había visto muchas cosas desde que Gabriel y yo nos habíamos saludado esa primera vez.

Él llevaba una vida complicada, lo aceptaba, pero no podía justificar su inexplicable necesidad de sentirse bien consigo mismo a costas de los demás. En cierto modo lo admiraba, pero tenía muy claro que no quería ser como él.

Sus papás habían muerto hacía unos años, cuando tenía diecisiete, o tal vez menos. Al ser sobrino de papá, y no tener ningún otro familiar sobre el cuál apoyarse, Robert McAdams se encargó de su tutoría hasta que cumpliera la mayoría de edad y decidiera qué hacer con su vida. Y así fue. A los diecinueve tomó un boleto de avión y se instaló en Seattle.

Seattle siempre me resultó tan fría, triste y opaca. Aún lo seguía pensando, pero había uno que otro rayo de sol que a veces asomaba y me hacía sonreír.

Sin embargo, todos los esfuerzos de mi primo por querer joderme eran en vano. Nada sobre la faz de la tierra iba a ser capaz de cagar el buen humor que llevaba después de ese encuentro con Kelly.

Ella era tan malditamente hermosa. Incluso con toda su normalidad y sencillez física, lo era. Nada comparado con las chicas con las que me solía codear en las fiestas y eventos de la revista.

Kelly era arte. Yo quería que fuera mi arte.

Incluso si lo estropeaba en el paso.

—Eres un egoísta, Kit, en verdad —susurré para mí mismo en una cita de las palabras de la castaña, mientras llegaba hasta el auto que se encontraba estacionado aún en la escuela.

No me iré hasta que te enamoresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora