Capítulo 22

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Disculpen la tardanza, he comenzado clases y ya estoy hasta las metras de actividades.

Espero disfruten el capítulo 💛

Bitter Sweet Symphony se había convertido en mi nueva canción favorita

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Bitter Sweet Symphony se había convertido en mi nueva canción favorita.

Nos acompañó todo el viaje de regreso a la ciudad, en el que me limité a sacar mi cabeza por la ventana, vociferar la letra de la única canción que sonaba por los altavoces y dejar que el viento me azotara el rostro. Kit me seguía el juego, y una vez más que otra se reía o despegaba sus ojos de la carretera para observarme.

Me gustaba que me observara.

La despedida al llegar a casa no fue demasiado larga. El chico me atrajo hasta su cuerpo y me rodeó con los brazos, atrapando entre nosotros una masa de suspiros y emociones. No recordaba ninguna vez en la que un abrazo se hubiera sentido tan bien. Unos minutos más tarde nos separamos, dejó un casto y afectuoso beso sobre mi frente que terminó por colocar la cereza sobre el pastel.

Nerviosa y con los movimientos torpes entré por el portón peatonal que me dirigía hasta el sendero de la puerta. Me encontraba tan ensimismada en mis propios recuerdos, que no noté la figura sentada sobre el escalón del porche.

Alcé la vista, y un par de esmeraldas se cruzaron en mi camino.

Gabriel me miraba serio, de arriba a abajo, con un cigarrillo entre los dedos y un semblante de acero.

Me detuve a unos pasos delante de él.

«Mierda. Tres veces mierda. Gabriel, lo olvidé»

Las ganas de lanzarme a los arbustos del jardín, que ya comenzaban a crecer, fueron gigantes, pero me mantuve en mi lugar sin saber muy bien qué hacer.

—¿Qué tal estuvo tu cita? —preguntó mientras exhalaba la nicotina. Sus ojos se mantenían inescrutables sobre mí, analizando, recorriendo cada facción que poseía.

Busqué en ellos alguna prueba que me revelara qué estaba sintiendo, pero no fueron de mucha ayuda.

Tragué seco. Enfrentaría mi error.

—Gabe, yo...lo siento —admití, apenada y mirando hacia abajo. No se inmutó—. Tan solo eran unos minutos y el tiempo se fue volando porque...

-Porque se divirtieron mucho ¿No? Qué encantador —Su voz tenía un tono gris pintándolo. Insensible, neutro, indescifrable—. ¿Es que acaso estás ciega, Kelly? ¿Tienes algún problema mental o algo de lo que no me haya enterado?

—¿A qué te refieres? —Fue mi turno de hablar de forma violenta. Fruncí el ceño.

—¿Que a qué me refiero? Sé que estabas con él, Kelly, no soy idiota. Y si crees que me harás pasar por uno, estás realmente equivocada.—Se levantó de su lugar, lanzó el cigarro al suelo. «Papá me matará por eso». Acercó su rostro al mío, y me miró con ferocidad—. Te lo he dicho no sé cuántas veces, y me estoy hartando de hacerlo. Aléjate de Kit.

No me iré hasta que te enamoresWhere stories live. Discover now