Capítulo 46

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Épale. Ven, esta vez sí cumplí y es porque tengo internet de nuevo (algo así) :***

Qué fastidio hablar y retenerlos aquí así que sin mucho más, los dejo continuar su lectura:

Qué fastidio hablar y retenerlos aquí así que sin mucho más, los dejo continuar su lectura:

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Capítulo 46

La manera en la que quieres tocarme

―¡Nueva York!

―¡Mississippi!

―¡Denver!

―¡Arizona!

―¡Hawái!

«Demonios, ¿acaso creen que estamos patrocinados por la ONU?

Papá soltó un suspiro.

Golpeteé con las uñas la madera del atril, quizás para recobrar la paciencia que el comité me estaba haciendo perder.

No, no era exactamente el comité. Eran todos los que estaban fuera de él.

―De acuerdo, lo repetiré de nuevo...

―Por enésima vez. ¿En serio no te cansas? ―Objetó Alaska, mordiendo sus rojizos labios y dibujando la mejor cara de consternación que había visto.

―Concéntrense, chicas. Los que vaciarán sus bolsillos en esto las están observando ―Dijo entonces Shawn, un poco hacia mi izquierda, como custodiando el otro lado del atril. Pasó las manos sobre el pullover de lana que recubría su camisa blanca, probablemente en un acto para enfatizar el punto.

―Sé que todos estamos muy emocionados por el viaje de fin de curso ―Retomé haciendo caso omiso a lo que los pelinegros decían― y sé que queremos dejar nuestros ahorros en alcohol y fiestas...―Supe que era demasiada sinceridad cuando, entre la multitud, papá abrió mucho los ojos. El resto de representantes en el aula parecían estar confundidos― digo, en llaveros. Pero, aunque detesto arruinar la diversión, todavía nos queda el Baile de fin de curso y la graduación. Así que por esta razón todos debemos llegar a un acuerdo que seamos capaces de costear sin ir a la quiebra.

―Más claramente, lo que Kels quiso decir es que...―Alaska arrancó el rotulador de mi mano y tachó con una gran equis la palabra "Hawái" escrita en la pizarra acrílica a nuestras espaldas― Hawái queda descartado. Nada de pizza con piña. Olvídenlo.

«Sutil, muy sutil»

Amber Calloway rodó los ojos. Sabía lo mucho que le desagradaba mi mejor amiga.

―Ni siquiera me gusta tanto la playa.―Concluyó. Su padre, director de una academia de fútbol reconocida en la ciudad, posó la mano sobre su hombro.

Pensándolo mejor, quizás sí pudimos ir a Hawái ese verano.

―Por supuesto ―Murmuré, pidiendo de vuelta el marcador azul. Me generaba un poco de tranquilidad juguetear con él―. ¿Alguna otra propuesta? Seguimos escuchando. Por ahora tenemos Nueva York, Arizona, Denver, Mississippi, Nueva Orleans, Boston, Albuquerque...

No me iré hasta que te enamoresWhere stories live. Discover now