Capítulo 34

38 7 37
                                    

Siento: miedo.

Escribir este capítulo me aterró por todas las cosas que se van a avecinar. Ojalá les guste.

Sin canción porque no tengo una banda sonora tan dramática.

Sin canción porque no tengo una banda sonora tan dramática

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

Capítulo 34

Cosas que no debería saber


Despertar en casas ajenas con chicos a mi lado se me estaba haciendo una costumbre. Mala, considerando que tenía novio. ¡Y debía serle fiel!

Me removí irritada en busca de una manta para cubrirme las piernas. Al fin encontré cobijo debajo del peso de alguien.

¿El peso de alguien?

Por momentos me sentí desorientada, ¿no estaba en mi habitación? Obvio no, porque yo no dormía con nadie.

Entonces, como una respuesta, mi subconsciente se encargó de proyectar las escenas de la noche anterior sin censura.

«Esto no puede ser cierto»

Tuve la esperanza de que hubiese sido un sueño bastante bizarro, sin embargo, el golpe de realidad llegó cuando valientemente abrí los ojos y lo primero que vi fue el bicep de Kit McAdams. Recorrí con los ojos el músculo de su brazo hasta llegar al rostro. Reprimí la risa que me ocasionó el hilillo de saliva que salía de la comisura de su boca.

La maravillosa idea de tomarle una foto —solo por si acaso— quedó abolida por la cruda realidad: los malnacidos del Westlake Park habían huido con mi teléfono.

Bufé molesta y me restregué los ojos. Ahora tenía como diligencia la compra de un nuevo equipo y la suspención de mi antiguo número telefónico. Menos mal aún me quedaba dinero del stand, porque de lo contrario no sabría como decirle a papá que necesitaba doscientos dólares para un móvil nuevo.

Mientras planificaba mentalmente mi día, un recordatorio llegó de sobremanera: era lunes. Día de escuela.

Comencé a alarmarme. ¡Ni siquiera sabía qué hora era! Por la luz que se colaba de la ventana deduje que quizás las seis.

Toqué con mi dedo índice el hombro de Kit. Nada. Parecía muerto.

«¿Será que se desmayó

—Kit —murmuré, agité el brazo con fuerza— Kit. Kit McAdams...

—No molestes, Addison, es demasiado temprano.

Explayé los ojos. Algo se retorció dentro de mí, ¿celos, tristeza? Sacudí la cabeza e intenté de nuevo.

—Kit, es tarde, debemos ir a la escuela...

—Nada de escuela. Yo soy bailarín y no necesito estudiar.

«¿Qué?»

¡Santo Dios! Qué trabajo más difícil. Se parecía a Keith.

No me iré hasta que te enamoresWhere stories live. Discover now