Capítulo 23

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Espero disfruten lo que van a leer, los quiero mucho :3

Canción en multimedia:
Easy —Troye Sivan

💚💙💜

—Derecha es acelerar, izquierda para frenar, la palanca indica las velocidades y

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—Derecha es acelerar, izquierda para frenar, la palanca indica las velocidades y...¡No, no, ese es el freno de mano! ¡Agh, Kelly! —Keith vociferó por quinta vez en el último repaso.

Me hundí en el asiento. Como si eso me ayudara a pensar mejor, golpeé mi frente contra el volante repetidas veces.

—¿Qué te sucede hoy? Ayer lo hiciste todo perfecto ¡Incluso te estacionaste bien! Solo pisaste dos gnomos —Me miró como si fuese una niño llorón que necesitara comprensión y análisis—. No creo que sea buena idea que vayas tú sola.

—¡No! Sí puedo, solo...déjame ordenar mis pensamientos —me excusé, y cerré los ojos.

—Más te vale que lo hagas aquí y no en la autopista. No me apetece puré de hermanita.

Los encuentros de aquel día definitivamente me habían afectado la psiquis. No podía concentrarme en una cosa, ni hacer dos al mismo tiempo. ¿Cómo se suponía que saldría en busca de Gabriel en esas condiciones?

Ya había considerado enviarle un mensaje diciendo que los planes se aplazaban, pero no quería hacerle eso a él. Ni a mí misma.

—¿Sabes al menos dónde vive el ricitos? —No disimuló el tono sarcástico y despectivo en su voz. A Keith no le agradaba ni un poco Gabriel.

—Algo así, ten —le pasé mi móvil con la dirección. Me miró serio, respiró buscando paciencia.

—Esto es al otro lado de la ciudad, Samantha.

Regresé la cabeza al volante para seguir con mi oficio: taladrarme la frente.

—Creo que iré contigo. A ver, baja, yo manejo.—Llegó hasta mi asiento y me miró expectante.

«No, yo puedo hacer esto. No quiero depender de él, ni de nadie más».

—Puedo con esto, Keith. Si no lo intento ahora, no lo haré nunca.

Hice el amago de cerrar la compuerta, pero él la detuvo poniendo su pie en el medio. Para su suerte, papá apareció desde la entrada del jardín, con un vaso de lo que me pareció jugo, en las manos.

—Papá, no quiere hacerme caso.—Me señaló con un mohín, a lo que Richard rodó los ojos.

—Nunca lo hace, hijo.—Se aproximó y llegó hasta el auto. Se acuclilló, quedando a mi altura, con los ojos azules como el cielo destellando de curiosidad— ¿Qué pretendes hacer, Kels? ¿Una misión suicida?

—¡Agh! —Alcé los brazos al techo. Richard Morgan rio a mi lado, Keith me enseñó una expresión triunfante detrás de él— Solo quiero ir por unas cosas.

No me iré hasta que te enamoresUnde poveștirile trăiesc. Descoperă acum