🖤CAPÍTULO 21🖤

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—Pero...

—He dicho que está despedida —repitió el hombre.

No le había dado una razón por su despido, pero sabía qué tenía que ver con abandonar la fiesta.

—Solo permítame explicarle como ocurrieron las cosas —súplica.

—Sé muy bien que ocurrió y su forma de actuar es una vergüenza, mire que seducir al ministro...

Sus palabras la desconcertaron, por lo que tardo unos segundos en entender lo que en verdad estaba sucediendo.

—¿Qué?, no. No sé quién le dijo esa mentira, pero fue el ministro quien me acoso.

—Está llamando mentiroso al señor Beck, ¡cómo te atreves! —levanto la voz.

¿El señor Beck estaba detrás de esto?, ¿pero cuál era su problema con ella?, sí, le dijo cosas que nunca nadie se ha atrevido, pero ¿eso era suficiente para querer arruinar su vida?

—Toma, este es tu suelto por trabajar durante la semana, ahora largo —le lanza el sobre al suelo—. Ustedes, las mujeres, cada vez se vuelven más zorras —murmuro.

Dahlia apuño sus manos, en busca de contener la ira que la carcomía por dentro, mientras se inclinaba para levantar el sobre.

Dedicándole una última mirada al hombre detrás del escritorio, se puso de pie y avanzo a la salida. Y cuando estuvo afuera, con el aire golpeando su rostro, soltó un suspiro.

No le gustaba odiar, era una emoción dañina, pero el señor Beck en verdad se estaba esmerando para que sintiera aquel sentimiento.

El sonido de su celular, el saco de sus pensamientos y las posibles maneras de ir a enfrentar el señor Beck. Y al ver que se trataba de Gali se sintió nerviosa, pues le había conseguido el trabajo que el señor Beck le había arruinado.

Tomo valor y contesto.

—Dalia, me acaba de marcar él...

—¿Quieres ir a beber esta noche? —la interrumpe.

—No puedo salir en este momento, pero ¿Por qué no vienes al hotel?

—Bien, te veo en la noche —colgó.

Camino por la ciudad, en busca de un nuevo trabajo, y sin darse cuenta, termino frente el edificio Halach Uinic, la empresa del señor Beck.

La ira dentro de ella comenzó a surgir de nuevo, y estuvo cerca de entrar para reclamarle, pero se detuvo, pues, aunque no podía pensar muy claramente, las consecuencias de su acción se abría paso entre su ira.

Dándole la espalda, cerro los ojos e hizo respiraciones de relajación. Al abrir los ojos se sentía un poco mejor, al igual que hambrienta, por ello cruza la calle y va a la cafetería.

Al entrar, la campana suena, y el anciano le dedica una sonrisa.

—Señorita, ¿de nuevo aquí?

—Su café y donas son las mejores —confesó.

—Americano, ¿no? —pregunta, y ella asiente.

Mientras esperaba su café, toma lugar cerca de la ventana, contemplando a las personas pasar, en especial a las parejas, recordando los buenos momentos que paso con Lars.

—Pareces triste —dijo el anciano, al colocar el café en la mesa.

—Estaré bien, solo perdí mi trabajo —menciona.

—¿Y te gustaba para empezar? —pregunta, sentándose frente a ella.

—Sí, era divertido. Pero los momentos felices tiene fecha de caducidad —dice decaída.

BRAYAN BECK (TEMPORADA I y II)⭐Donde viven las historias. Descúbrelo ahora