🖤CAPITULO 41🖤

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Dahlia se puso de pie y corrió al baño, expulsando todo lo que había en su estomagó.

¿Por qué?, ¿Por qué tenía que volver a su vida?, ¿Qué quería de ella?

Apartándose del retrete, miró sus manos manchadas de sangre, mientras lágrimas brotaban de sus ojos.

¿Por qué cuando creía que todo estaría bien algo le demostraba lo contrario?

Se levantó del suelo y avanzo a lavabo, limpiando con ferocidad la sangre de sus manos, mientras a su mente aparecían recuerdos de mamá Draling golpeándola, entregándola a otros hombres, burlándose de ella, con esa maldita risa que le aceleraba el corazón y hacía desear escapar, justo como este momento. Pero escapar no estaba en sus opciones, porque mamá Darling sabía a donde vivía cada una de las personas que le importaban, incluso había entrado a sus hogares, lo que la volvía un gran peligro, y no estaba dispuesta a tomar ningún riesgo que atentara contra la vida de ellos.

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Sus manos estaban partidas, ande el arduo trabajo del día de hoy a causa de la lluvia, que les impidió un breve descanso incluso para comer. Por lo que justo ahora, que se encontraba con sus compañeros haciendo una larga fila bajo la lluvia en espera de su pago, su estómago no dejaba de gruñir, exigiendo ser alimentado.

Se llevó una mano a boca, tosiendo, como otros tantos de sus compañeros, que tenían tanto tiempo trabajando en ese lugar como él, dañando no solo sus manos, también sus pulmones.

Al llegar su turno, tomó el sobre del dinero, pero al sentirlo muy delgado lo abrió, y notó que tenía dos billetes menos.

—Disculpa, no está completo —dijo al hombre.

—Has reducido tu producción, si quieres más, trabaja más —expuso con indiferencia.

—De que habla, sigo con el mismo ritmo y producción, porque cuando saco más no me dan más, pero si menos si produzco menos —se mostró molesto.

—Si no te gusta puedes buscar otro empleo. Ahora retírate de la fila, muchos están esperando su pago —solicitó con arrogancia y exigencia el hombre.

Con la ira carcomiéndole el pecho se retiró de la fila y subió al camión que lo dejaría a unas cuadras de su hogar y estaba por marcharse.

Al entrar a la ciudad la lluvia no había cesado, por lo que al bajar en su parada, al igual que otros de sus compañeros, volvieron a empaparse. Pero estaban acostumbrados a esto, a vivir sintiéndose desafortunados.

Antes de llegar a su casa, decidió pasar a comprar algo de comida, pero antes de llegar al pequeño local, cruzó con aquel nuevo restaurante que vendía una infinidad de platillos que alguna vez probo en sitios más elegantes y lujosos.

A través del cristal, fijo su atención en una pareja que comía lasaña, y ante lo apetitosa que se miraba su estómago gruño de nuevo. Él amaba la lasaña, siempre que iban a comer la pedía y su madre lo regañaba diciendo que debía comer algo más, mientras su padre solo reía, diciendo que si la lasaña le hacía feliz se casara con alguien que la supiera cocinar. Pero no estaba casado, nadie se casaría con alguien tan miserable como él.

Cuando la pareja noto que los miraban, lo escanearon de pies a cabeza e hicieron una mueca de desagrado. Una mirada a la cual ya estaba acostumbrado. La sociedad era así de ruin, se creían más que tú por tener dinero o un trabajo en donde no ensuciaban su ropa.

Alejándose del restaurante, entro al pequeño local en donde tomó una caja de cerveza y charola de comida, dejándola sobre la barra de cobranza, en donde una chica joven con enormes ojos inocentes negó.

—De nuevo alcohol, ¿sabes lo malo que es consumirlo?, morirá de cirrosis. Mejor beba agua —ofreció una botella que tenía en el mostrador.

—De todas maneras moriré, que importa de lo que sea.

—Pero sentirá mucho dolor en su muere por cirrosis, es mejor morir sin dolor —dijo la joven.

—La vida es dura, te dará doler sin importar lo que hagas, y miserables como yo, estamos destinados al dolor, en vida y en la muerte.

—No lo creo, es solo que debe hacer un cambio, agua en vez de alcohol, ensalada con carne en vez de flautas, y claro, sonreír y tomar todas las oportunidades que le brinde la vida —dijo con positividad.

Sus palabras lo irritaron, porque solo era una joven que no había vivido lo suficiente para ver la crueldad de las personas en este mundo. Su vida no había sido destruida por un maldito humano con deseos de poder, como sucedió con su familia.

—Solo cóbrame —dijo, ofreciéndole un billete de quinientos.

La chica obedeció. Él tomó la feria y salió del local.

Al llegar a su casa, se dio cuenta de que la puerta estaba abierta. Él no tenía nada de valor, incluso su vida tampoco valía. Por ello entro con cierta indiferencia, tal vez quien este adentro lo pueda asesinar y así morir de una vez por todas para dejar atrás esta maldita vida, pero al entrar se encontró con un hombre de traje sentando sobre la mesa, mirando con interés la pila de periódicos que tenía sobre ella.

—Bienvenido a casa —le sonrió el hombre desconocido.

—¿Quién es usted? —preguntó, acercándose a él.

—Alguien que te puede cambiar la vida —dijo el hombre—, brindarte muchas oportunidades que pueden acercarte a él y destruirlo como destruyo a tu familia —señalo los periódicos en donde salía Brayan como portada.

—No estoy interesado, ahora salga de mi casa.

El desconocido rio, y se colocó frente a él.

—No mientas, este infeliz arruino tu vida, hizo que terminaras en prisión, que tu padre perdiera todo y se suicidara, y tu madre trabajara como prostituta hasta que trago una enfermedad que la mato. Ahora vives una vida miserable trabajando para personas que no hacen más que explotarte, cuando tu familia fue una de las más ricas de la ciudad. Brayan Beck arruino tu vida, ¿en serio no le guardas rencor y deseas terminar con la suya? —el desconocido se inclinó hacia él—. ¿Qué prefieres, que tus manos se manchen de tu sangre o las de alguien más? —preguntó, al ver lo partidas que las tenía—. Como la sangre de Brayan Beck, o mejor, la de su familia.

NOTA DE AUTOR:

Uh, ¿de que manera utilizara mamá Darling a Dahlia?, o ¿quién será el desconocido?

BRAYAN BECK (TEMPORADA I y II)⭐Where stories live. Discover now