🖤CAPÍTULO 43🖤

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Mientras Mario apresuraba a su mujer en la cocina, Brayan recibió un mensaje de la jueza, quien lo invitaba a comer, una invitación que rechazo con la excusa que comería con su madre.

No estaba interesado en compartir tiempo con ella al menos que fuera para obtener algo, y en este momento no era de su utilidad. Y aunque sabía que estaba interesada en él, y utilizaba eso a su favor, la jueza tampoco era totalmente pura con sus sentimientos hacia él, pues sabia lo competitiva que era y cuanto le gustaba resaltar, con sus logros, por lo tanto, era consiente que, al ser tan cotizado, lo veía como un trofeo, el cual podía presumir tener, creyéndose única y especial.

El sonido que produjo la puerta al ser tocada, capturo la atención Viktor, quien se apresuró a abrirla, revelando a Dahlia con el cabello alborotado y empapada de lodo.

Brayan y Viktor la contemplaron de pies a cabeza con interés.

—Dios, señorita, ¿Qué le paso? —preguntó Aurora, la esposa de Mario, quien traía un tortillero tejido entre sus manos.

—Un perro —fue su única repuesta.

Luego de Viktor informarle a donde estaban, fue hacia el lugar, pero durante su trayecto se cruzó con un perro, el cual le gruño y en busca de tranquilizarlo comenzó a hablarle con dulzura, algo que le agrado al perro e hizo mover su cola, para seguido colocar sus patas delanteras sobre ella, haciéndola resbalar. Y la razón del tener el cabello alborotado, era porque intento apartar el perro, quien no dejaba de lamerle el rostro.

—Oh, cariño, y te ha mordido —la señora comenzó a buscarle la sangre.

—No, solo quería jugar —dijo con una sonrisa.

—Vamos, acompáñame, tengo por ahí ropa de mi nieta, de seguro que te queda, no puedes andar así —la hizo dejar su bolso en una silla.

Los tres hombres la siguieron con la mirada, incluso Brayan, que le resulto bastante cómica la escena.

Mientras la señora Aurora ayudaba a Dahlia, Mario se dispuso a terminar de servir la comida. Y al terminar, Brayan y Viktor miraron con interés los platillos que tenían frijoles de la olla y huevo revuelto. Era un desayuno de lo más normal.

Aurora, que regresaba de la habitación y unió a ellos, se dio cuenta de sus miradas sobre el platillo.

—Sé que de seguro desayuna son muy finos, señor Beck, pero le ofrezco todo lo que tengo, y créame que lo hago de todo corazón —dijo Mario.

Brayan le sonrió.

—¿Hay un desayuno mejor que este?, ¿Qué acaso no soy humano? —preguntó—. Señora Aurora, soy igual que ustedes, por lo tanto, como lo mismo que ustedes —tomo una tortilla y comenzó a comer—. Vaya, es muy buena cocinera.

—Se lo dije —dijo el anciano, soltando una risa.

Dahlia observo la escena desde el pasillo. Una parte de ella llego a ver de diferente manera a Brayan, pues sus comentarios fueron humildes, pero esa voz en su cabeza que la ha ayudado a sobrevivir le recordó que él era tan falso como una moneda de treinta pesos.

—Oh, cariño, ¿te ha quedado bien? —preguntó Aurora, al notar su presencia.

—Es algo grande, pero cómodo —se acercó a la mesa.

Viktor no parecía ser alguien que sonriera, pero Dahlia alcanzo a ver una sonrisa curvar sus labios y seguido llevarse el vaso de agua a la boca para ocultarla. Aunque qué persona no se reiría de ella, al llevar puesta ropa que le quedaba grandísima, pues la nieta de la señora resulto ser una mujer que parecía pesar cien kilos.

BRAYAN BECK (TEMPORADA I y II)⭐Where stories live. Discover now