Capítulo 1 (Editado)

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(Aviso importante: Esta historia contiene sexo así como algunas escenas violentas

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(Aviso importante: Esta historia contiene sexo así como algunas escenas violentas.

Actualmente se encuentra en corrección por lo que si ves alguna falta de ortografía o algo que no está bien expresado puedes dejarlo en comentarios.

Sin más, os dejo con la historia de Alain y Leo.)

La vuelta al hogar en el que pasaste los mejores años de tu infancia, siempre está llena de recuerdos. Cualquier objeto, olor o incluso la forma en la que los rayos se filtran entre las delicadas hojas de los castaños que se extienden a ambos lados de la vía, traen a mi mente imágenes de tiempos pretéritos. Parezco un abuelo pensando, joder.

Mi desvencijado y oxidado Chevrolet color malva se desliza por el asfalto saltando con los baches y tambaleando las cajas de cartón que se acumulan en el asiento trasero. Con cuidado veo las indicaciones, deseoso de poder llegar hasta la vivienda de mi abuela sin perderme.

Repaso mentalmente las premisas de mis padres: al final del pueblo, la casa de en medio. Grandes indicaciones. Podrían haberme dado un mapa, marcando en rojo donde se encuentra exactamente pero ellos son así, bastante atontados. Mandar a su hijo de diecisiete años a otro pueblo para cuidar de la abuela paterna, ya que ellos están atados por el trabajo y mi hermana, es otro de sus grandes planes para llevarme por el camino de la madurez.

Suelto un suspiro de alivio cuando el camino me lleva hasta lo que realmente es el final del pueblo, donde la montaña se alza imponente como un muro de piedra, tierra y árboles que protege el pequeño pueblo de Faraway. Solo tres casas en fila, descansan sus añejos cimientos antes de que el bosque comience.

La nostalgia me invade al ver la edificación de corte victoriano que se alza en medio, toda ella en madera pintada de azul, con un tejado a dos aguas y ventanas de guillotina en la planta de arriba. La enredadera que en los años de mi infancia apenas llegaba a la altura de la ventana de la cocina, situada en la parte delantera de la casa, ahora alcanza el ventanuco del desván. Los años sin duda, pasan.

Aparco el coche intentando no mirar las otras dos casas casi idénticas a la de mi abuela. Ambas pertenecieron a los dos mejores amigos de mi infancia y no me siento preparado para enfrentar el espinoso reencuentro. No después de lo que sucedió.

Mi menuda abuela está en el porche, arrancando malas hierbas con unos guantes de jardinería amarillos. El pelo cano lo lleva recogido en un moño con algunos mechones desperdigados, es delgada y a pesar de rondar los sesenta y dos goza de una salud excelente.

Saludo y ella levanta sus ojos castaños. Se quita los guantes con gesto feliz y camina hacia mí con un movimiento ligero para apretarme y llenarme a besos, esos típicos besos de abuela que luego a escondidas tienes que limpiarte la mejilla con la manga de tu jersey.

—Leo, mi niño —soy el primogénito, es normal que tenga algún tipo de amor especial por mí. Sonrío ampliamente, contento de volver a verla—. Ven aquí, que te vea.

El arroyo de los cardenales rojos (BL 🌈 Completa, editada sin corregir)Where stories live. Discover now