Capítulo 26 (Editado)

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Mi padre se alegra cuando lo recibo con un buen desayuno el sábado por la mañana

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Mi padre se alegra cuando lo recibo con un buen desayuno el sábado por la mañana. Tostadas, huevos y salchichas. Corto los tomates para una ensalada que sitúo en la mesa de roble que ocupa el centro de la cocina.

Comemos en silencio durante un rato, simplemente disfrutando de un momento de tranquilidad para ambos. Alejo mi plato cuando termino y paso los dedos por el borde.

—Papá —arrastro la palabra sin dejar de pensar en que me paso la vida disculpándome con los demás. A veces parece que mis disculpas ya no tienen significado. A pesar de lo que se me pasa por la cabeza lo expreso en voz alta y trato de poner corazón en ello—, siento haber sido un desastre estos días, no volverá a ocurrir.

Suelta un suspiro cansado con la boca llena de tostada mojada en yema de huevo.

—Todos tenemos malos momentos —me alegra tener un padre comprensivo, es más de lo que podría pedir—. En tu mano está hundirte o levantarte y seguir, pero siempre puedes pedir ayuda por el camino. No has de hacer siempre todo solo —se echa para atrás en la silla—. Tu madre piensa que hemos sido demasiado exigentes al enviarte aquí.

Fuerzo una sonrisa, agitando mi cabeza.

—Estoy más que contento de haber venido. Incluso he conseguido una amiga —por no hablar de que he perdido la virginidad con mi vecino y amigo de la infancia, sin embargo eso es un hecho que no puedo sacar a relucir delante de mi padre o moriría de un infarto—. Hoy iré yo a cuidar de la abuela, necesitas un respiro.

Me mira sopesando mis palabras. Por suerte, mi padre tiende a dejar las cosas fluir con naturalidad hasta que tomen su cauce.

—¿Qué hay del instituto? —pregunta, terminando sus salchichas.

La realidad es que no me apetece nada pensar en ello. Alguien ha aireado mi pasado, por lo que será un hervidero de adolescentes cotillas con demasiado tiempo libre.

—El lunes me enfrentaré a ello con la frente bien alta. Me levantaré —declamo con legítima sinceridad.

Él asiente orgulloso de mi decisión.

—No te preocupes por tu abuela, por el momento estaré yo. He pedido vacaciones anticipadas para hacerme cargo—comenta recogiendo los platos y llevándolos hasta el fregadero—. Tú serás de ayuda cuando le den el alta ya que ella no podrá hacer las tareas del hogar —mira por la ventana de la cocina hacia el brillante cielo azul de finales de octubre—. Hoy hace un buen día, deberías salir a dar una vuelta.

Después de que se retire a descansar, enciendo mi portátil y me llegan montones de mensajes de Áurea en todos los lugares posibles. Me muerdo el labio con arrepentimiento y le escribo una larga contestación pidiéndole que nos veamos para hablar cara a cara.

Ya entrada la mañana recibo una respuesta afirmativa y seca. Me remuevo en la silla, consciente de que mi actitud podría haberme costado la amistad con Sabrina.

El arroyo de los cardenales rojos (BL 🌈 Completa, editada sin corregir)Where stories live. Discover now