Capítulo final, Leo El sonido del mar. (Editado)

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Me clavo una concha rota en la planta del pie

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Me clavo una concha rota en la planta del pie. Suelto unos cuantos insultos mientras salto como un verdadero imbécil y tropiezo contra la espalda de Alain. Porque siempre es Alain.

Nuestros compañeros están desperdigados disfrutando de este viaje de fin de curso de la forma más arbitraria posible. Lo único que veo es a pre adultos diciéndose estupideces los unos a los otros.

Áurea está a miles de kilómetros; probablemente tomando el té de las cinco de la tarde en alguna refinada cafetería de Londres mientras tortura al resto de clientes con la portada de un libro pervertido.

Andrea, por su parte, ha preferido quedarse en casa para estar con Lira. Lo cual me parece bien, dado que Lira estaría realmente sola sin nosotros.

Sebastian se ha marchado definitivamente con Ángel, sin acabar sus estudios. Aunque estoy seguro que algún día Ángel lo obligará a retomarlos.

Rozo mis dedos con los de Alain, acariciándolos. Todos lo saben. Han tenido meses para percatarse y para digerir que el chico más sexy de Faraway es homosexual y que le pone un retaco rubio y retorcido llamado Leo Lordvessel.

Mi madre fue la última en percatarse, terminó por decírselo Clara Ream sin querer en una comida realizada por ella misma para las dos familias. La abuela lo sabía desde el principio, pero para ella todo está bien si yo lo estoy. Sé que mi padre se pone nervioso con el asunto, más que nada porque no quiere saber lo que hacemos en la intimidad ni imaginárselo.

Hoy es un día especial. O al menos, es lo que Alain dice. Por la noche nos escabulliremos a algún lado para estar a solas y eso es lo que me pone nervioso. No importan los meses que pasen, el ritmo de mi corazón se acelera hasta el límite cada vez que lo miro.

El sol desciende en el horizonte, el atardecer es templado y agradable. Alain desaparece sin mediar palabra en cuanto me despisto y la soledad se abalanza con los brazos bien abiertos para torturarme. Observo el paisaje sentado desde un banco la arena suave de esta playa californiana, encantado con los brillos de un mar en el que nunca me meteré.

Su olor a aceite de Argán me llega incluso antes de que se siente a mi lado. Besa mi cuello ligeramente, me estremezco.

—Tengamos una cita.

Me aparto visceralmente.

—¡¿Una qué?!

—Una cita. Somos pareja, de vez en cuando está bien hacer algo especial.

Junto mis manos con una sonrisa de circunstancias. Nunca he sido romántico, soy más bien del tipo pasional.

—Bien, pero cuándo y dónde —balbuceo y miro hacia lo más profundo de sus ojos azules. Sonríe abiertamente con diversión. Al fin Alain se divierte. Con eso ya soy feliz.

—Te estás poniendo nervioso sin razón, Leo. —Alza las cejas con desdén.

—Mentira, no lo estoy. —Me levanto y meto las manos en los bolsillos de mis vaqueros.

El arroyo de los cardenales rojos (BL 🌈 Completa, editada sin corregir)Où les histoires vivent. Découvrez maintenant