Capítulo 16, Alain (Editado)

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Terminamos todos sentados en la habitación de Leo

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Terminamos todos sentados en la habitación de Leo. Ni siquiera Lira habla. Al cabo de lo que parece una eternidad la señora Lordvessel llama a la puerta. Para mi sorpresa, viene acompañada de Sabrina y Sebastian.

La situación no podía volverse más incómoda y extraña.

Sabrina saluda a todos con efusividad y Sebastian me mira momentáneamente de manera inquisitiva.

—Lo encontré rondando tontamente ambas casas sin saber qué hacer. Y sí, antes de que digáis nada, estamos saltándonos las clases como buenos alumnos que somos. —Abraza a Leo que para mi sorpresa le sonríe. Después señala a Sebastian—. Dice que te conoce. Se llama Sebastian Wolf.

—Vaya, lo siento. —Leo le tiende la mano a Sebastian y se la estrecha con fuerza. El genuino dolor que veo en el rostro de Sebastian me pilla por sorpresa—. Creo que leí tu mensaje, pero no supe qué responderte.

—No pasa nada, Leo. —Sebastian toma asiento, en una esquina de la cama. Hunde la mirada en sus botas negras sin decir nada más.

La hora de comer nos pilla hablando de tonterías. A ellos, más bien, puesto que yo permanezco en un mutismo total. Quiero marcharme y averiguar dónde está el hombre que atenta contra nuestra existencia.

La verdad sobre la muerte de mi padre vuelve a instalar el dolor en el pecho. Aprieto los dientes para no dejar entrever lo que pasa en mi interior.

Bajamos cuando nos llaman y descubrimos que han preparado comida incluso para los acoplados. Tengo que admitir que la abuela de Leo es demasiado amable.

El apetito ha salido volando después de lo acontecido en mi casa por lo que remuevo con el tenedor la comida sin llegar a meter nada en la boca. Todavía no le he dicho a nadie lo sucedido allí y dudo mucho que llegue a hacerlo en algún momento. Es algo que debo manejar solo.

Mi madre llega con mis hermanos cerca de las cuatro. Tras intercambiar varias frases con la familia de Leo me lleva a aparte.

—Nos vamos a casa de la tía, aquí no estáis a salvo.

—Me quedo.

—Alain, tú no puedes contra ese maníaco. —Me mira desde su pequeña altura. ¿Cuándo la sobrepasé?—. Lira y tus hermanos pueden estar en serios apuros si se quedan, nosotros dos no podemos contra lo que se nos venga encima. La policía es bastante inútil en este caso.

—En algunos estados ya soy adulto, déjame actuar como tal. —Quizá es demasiado pedir que lea entre líneas—. Papá no hubiera dejado esto así, y lo sabes. —Muerdo el interior de mi mejilla para impedir que mi madre intuya qué es lo que se está pasando por mi cabeza. Ya ha sufrido suficiente.

Pone los brazos en jarras, apretando las manos en su cintura.

—Y vas a ser tan tozudo como lo era él, ¿verdad?

—Si tanto miedo te da que me quede en casa solo, iré a la de un amigo. —Su ceja se alza y de pronto sé lo que está pensando: "no tienes amigos, a menos que sea Leo y ya hay mucha gente aquí". Molesto, señalo a Sebastian, que está repantigado en la silla de la cocina intentando jugar a las cartas con Lira. Lo llamo alzando la voz y se acerca completamente serio hasta nosotros. Le pregunto directamente si me dejaría quedarme en su casa.

—No creo que haya problema. —Sonríe mostrando su blanca dentadura, sin embargo en cierto modo no se siente real—. Estará conmigo todo el rato, señora Ream y evitaré que haga estupideces.

Mi madre nos mira a ambos con expresión insondable.

—Si algo se tuerce, te vienes conmigo. Ni se te ocurra enfrentarte a ese hombre. —Me abraza con fuerza. Luego se marcha, seguramente para decirles a los Lordvessel que me echen un ojo cuando ella no esté.

Sebastian me mira de reojo un buen rato hasta que por fin se decide a hablar.

—Vas a tener que explicarme muchas cosas. Estoy empezando a ponerme de mala hostia. —Cruza los brazos y se apoya contra la pared, sin dejar de mirarme.

El arroyo de los cardenales rojos (BL 🌈 Completa, editada sin corregir)Kde žijí příběhy. Začni objevovat