Capítulo 28, Leo (Editado)

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Conseguimos alcanzarlo unos cuantos minutos más tarde

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Conseguimos alcanzarlo unos cuantos minutos más tarde. Sin embargo, el hombre que se llevó a Andrea ha reducido a William y lo mete en el maletero del coche justo cuando nos acercamos.

—¿Lo van a llevar a casa de los Greene? No pueden ser tan idiotas —murmuro para mis adentros. El móvil de Ángel vibra en su bolsillo—. Sigámosles

Vuelve a poner en marcha la moto. Solo he ido a casa de Andrea una vez y de noche, aun así, la reconozco al instante. Es enorme, aunque no tan grande como la de Áurea, con el camino empedrado que lleva hasta la puerta principal. Franqueando esta hay dos enormes columnas que se alzan imponentes.

A escasos metros vemos como el hombre arrastra a William hasta la casa. Seguidos muy de cerca por Andrea.

Va a volar todo por el aire. Pedacitos de seres humanos esparcidos al viento. Leo, deja de pensar.

—Avisa a los demás —insto a Ángel antes de escabullirme a través de la reja abierta. El jardín está mojado por la ligera nevada que se derrite al contacto de los primeros rayos del sol. Sé que debo ir por el lateral y acceder por la parte que da a la cocina. Ese es el lugar dónde estuve con Alain, mil años atrás.

—Espera, Leo —farfulla Ángel en voz baja, guardándose el móvil en el bolsillo.

—No es necesario que vengas. —Camino medio agachado esperando que el sistema de seguridad no incluya cámaras por todos los lados. O que al menos no estén pendientes de él en estos momentos. ¿Habrá siquiera sistema de seguridad? Temo estar haciendo el ridículo.

—Te lo debo. Sebastian me dijo que fuiste tú quién mandó el mensaje. —Se rasca la cabeza azorado. Siendo sinceros para mí es algo incómodo estar cerca de Ángel sin nadie más alrededor—. No lo hubiera encontrado jamás si no llega a ser por ti.

—Pues has llegado tan rápido que parecía que lo estabas acosando o algo —contesto inmediatamente.

Ángel baja la mirada y su semblante se oscurece.

—Sabía que se encontraba en Faraway, pero no el punto exacto. Llevo una semana en el hotel que hay a la entrada del pueblo —explica con calma, como si no tuviéramos que impedir que muera gente—. Gracias. Aunque no me esperaba terminar envuelto en una trama de acción. Prefiero las comedias románticas.

Me dan ganas de reír mientras me deslizo tratando de ser lo más sigiloso posible. Mi voz se torna un siseo.

—Yo prefería las historias de acción hasta que llegué aquí. Prefiero una de fantasía, al menos tendría magia y podría lanzar bolas de fuego. —Llevo un dedo a mis labios para silenciar nuestra conversación.

Completamente embarrados alcanzamos la puerta de la sala que lleva hasta el jardín en el que Alain me besó en la fiesta.

Dentro una menuda mujer acaricia la cabeza de Andrea. Tiene el pelo teñido de color miel, con arrugas que marcan la fina piel. Supongo así se verá Andrea cuando llegue a esa edad. El hombre tiene a William bien sujeto. Le han atado las manos hacia delante.

Me arrastro por el barro para escuchar mejor, seguido muy de cerca por Ángel, cuyo cabello castaño le cae sobre los ojos.

—... por lo que mi marido está encerrado en la parte de arriba... —La voz de la madre de Andrea se escucha entrecortada, al parecer la puta puerta contiene los susurros.

Se lo llevan. ¿Para qué? ¿Van a encerrarlos para que ajusten cuentas? ¿Es que son completamente subnormales?

Me levanto como en un resorte. La madre me mira y señala a alguien para que me capturen. Andrea la detiene y abre la puerta.

—Se acabó.

—¿Se acabó? ¿Vas a dejar que simplemente se maten entre ellos? —Agarro su jersey de punto y contemplo su expresión vacía y cansada—. Entonces no serás mejor que ellos. ¡Que vivan con lo que han hecho, aunque sea en una cárcel!

Andrea abre la boca para contestar, sin embargo, el sonido se pierde en la tremenda explosión que se produce. Parte del techo se derrumba en la sala. En un movimiento instintivo abrazo a Andrea y me lanzo hacia atrás. Caigo sobre la hierba pulcramente cortada, nos envuelve un mar de cristales. Ella llama a su madre completamente aterrorizada y yo grito ante el punzante dolor que atraviesa mi piel.

Mareado siento como Andrea sale de encima. Por suerte, Ángel ha socorrido a la mujer y ambos apenas tienen unos rasguños.

Cierro los ojos, consciente de que me voy a desmayar de un momento a otro. ¿Estarán los dos muertos? Con semejante explosión es lo más normal.

Mi nombre, pronunciado por tres voces distintas y distantes llega hasta mis oídos. Estoy cansado. Algo cálido se escapa de mi cuerpo dejándome helado en el suelo.

—Se ha clavado un jodido cristal —articula apresuradamente alguien. ¿Sebastian?—. Mierda, mierda, mierda...

Me incorporan dolorosamente.

—Leonel, abre los ojos. No te puedes desmayar. —¿Mi padre? Odio que me llame por mi nombre completo, debe estar enfadado.

—¡Otra vez no, maldita sea! —Esa es Áurea. Intento moverme para hacerles saber que estoy lo suficientemente bien como para hacerlo. Por supuesto, no lo estoy.

Mascullo el nombre de Alain. Solo necesito que su voz llegue hasta mí. ¿Por qué no lo hace? Necesito tenerle a mi lado.

El vacío se abalanza sobre mí. Me hundo en su blanco abismo sin fin.

Alain.

El arroyo de los cardenales rojos (BL 🌈 Completa, editada sin corregir)Where stories live. Discover now