Capítulo 8 (Editado)

7.3K 892 369
                                    

A la hora del almuerzo ya soy conocido como El provocador. No entiendo demasiado por qué y tampoco me mato a analizarlo.

Por suerte o desgracia, todavía no me decido, solo comparto la clase de matemáticas con Alain. He podido tranquilizarme un poco en biología con la ayuda del parloteo constante de Áurea. Es una chica agradable a pesar de que a veces tiende a quedarse mirando el aire. Me pregunto qué es lo que pensará en esos momentos.

Entro en la cafetería: una enorme estancia pintada en un hermoso y delicado tono mierda, con la que es mi nueva amiga comentándome algo sobre sándwiches de pavo e inmediatamente localizo a Alain que destaca por encima de la marea de gente que grita, habla, corre, come.

Tomo la iniciativa de vuelta y me acerco a él, indicando a Áurea que se adelante.

Sus ojos son dos lagos helados redondos y desde luego yo de poeta tengo más bien poco porque me siento ridículo con tan solo pensarlo. Me mira momentáneamente para luego dirigirse a la menuda chica que le está hablando mientras enrosca un dedo en su cabello rubio alisado. Es guapa, pero no al nivel de Áurea. Su maquillaje es vivo y resalta en contraste a su piel pálida. Tiene una voz que no acaba de agradarme.

Me planto frente a ellos, con la mochila ligeramente inclinada sobre mi hombro.

—Alain, vamos a hablar.

La chica me mira con infinito desprecio. O igual es que su cara de estreñimiento no le deja mostrarme otra expresión. Lo que sea. Repito lo que dije por si Alain no lo ha escuchado con suficiente claridad.

—¿Y tú quién eres? —pregunta la chica con desprecio.

—No te importa, estoy aquí para hablar con él. —Le espeto.

—Mi novio no está de humor para aguantarte —dice, y se amarra al brazo de Alain.

—¿Es eso cierto? —cuestiono mientras busco alguna señal en Alain que corrobore lo que me acaban de decir. Noto como algo se revuelve en mi estómago y la verdad es que la sensación es bastante desagradable.

Alain se sacude el brazo de ella con hastío y en mi fuero interno sonrío sin querer.

—No tengo novia y tampoco nada de lo que hablar. —Vuelve a intentar marcharse pero esta vez estoy preparado para ello. Le cojo de la camisa antes de que escape.

— ¿QUIERES HACER EL PUTO FAVOR DE DEJAR DE COMPORTARTE COMO UN BEBÉ Y ESCUCHARME? —grito a todo pulmón dejándole aturdido por unos momentos.

La chica se aparta algo asustada. Por el rabillo del ojo puedo ver a Áurea a lo lejos con nuestra comida en las manos, mirándome con sorpresa.

Alain suelta mi agarre.

—No me grites —mete el dedo en la oreja como si yo se la hubiese taponado con mi grito—. No es un tema para sacar aquí. Por la tarde hablaremos.

Asiento conforme y me dirijo hacia Áurea, la cual parece brillar extrañamente de emoción.

—Cuando discutís os lanzáis unas miradas tan calientes que cualquiera con dos ojos se da cuenta del deseo sexual que trasmitís. —Escupo todo el zumo de melocotón con un acceso de tos.

—¿Qué? —le pregunto mientras busco alguna servilleta con la que limpiarme.

—Lo siento, es que esto acostumbrada a leer toda clase de novelas eróticas y cuando digo toda clase es toda —toma un bocado de su sándwich mientras parece analizarme—. En mi opinión el amor es amor. Pero en este pueblo parecen estar estancados en el siglo XVIII.

Termino de limpiarme y clavo el tenedor en una de las zanahorias que acompañan la carne de mi almuerzo. La comida es tan insípida que bien podrían darnos agua con colorante.

El arroyo de los cardenales rojos (BL 🌈 Completa, editada sin corregir)Where stories live. Discover now