Capítulo 23 (Editado)

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Duermo hasta bien entrada la tarde

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Duermo hasta bien entrada la tarde. Los tenues rayos de un tardío sol de octubre entran por el hueco que he dejado en mi persiana. Iluminan el entablado del suelo y parte de mi cama.

La cabeza me pesa y los ojos me duelen con lágrimas que nunca llegarán a derramarse. Me quedo un buen rato tendido boca arriba esperando a que las fuerzas lleguen y pueda salir de la cama.

Escucho unas voces apagadas que llegan a través de mi puerta entreabierta y decido deslizarme de la cama. Al parecer me quedé dormido con la ropa puesta y ahora llevo la sudadera arrugada y aplastada contra la piel. El pelo completamente revuelto y sudoroso empieza a ser una molestia, pero no hago nada por adecentarlo.

Bajo por las escaleras y comienzo a percibir mejor la conversación.

—Aunque digan que son meras chiquilladas mi hijo ya ha pasado por esto —escucho a mi padre—. Y es la razón por la que nos marchamos de este maldito pueblo —me acerco un poco a la cocina, intentando no hacer ruido. Lovecraft el gato de mi abuela se restriega contra mis piernas, haciéndome cosquillas en los tobillos—. Diez años y todavía no aprenden a controlar a sus estudiantes, ni siquiera se molestan en darles lecciones sobre moral.

—Comprendo lo frustrado que debe sentirse, señor Lordvessel —la voz dulce de mi profesor de matemáticas me desconcierta. ¿Qué hace aquí?—. El director ha dicho que no volverá a suceder, le he traído los papeles que dan a Leo una baja temporal sin repercusiones en su expediente, siempre y cuando haga sus tareas.

Mi padre resopla con frustración.

—¿Y ya está? —dice con brusquedad—. ¿Acusan a mi hijo injustamente de ser un asesino, su mejor amiga me dice que lo están acosando y piensa que voy a quedarme callado? —es en estos momentos cuando me siento orgulloso de pertenecer a esta familia. Por nada del mundo la cambiaría. Me acerco un poco más, curioso—. La última vez me marché, pero no debí hacerlo. Es el sistema educativo el que apesta y pienso tomar cartas en el asunto.

Wackerly demora su contestación y cuando vuelve a hablar lanza un pequeño suspiro.

—Tiene razón —admite, dejándome sorprendido—. Haga lo que vea conveniente, yo solo soy un mero profesor de matemáticas.

Dicho esto sale por la puerta de la cocina y se encuentra directamente conmigo.

—Me alegra ver que te encuentras mejor, Leo —me aparto con cuidado, tembloroso. Hay algo en su voz que me estremece. Sus ojos pardos se entrecierran, como si estuviera analizándome.

—Gracias, señor —balbuceo y me giro en un intento de hacer el camino de vuelta a la habitación.

Él sonríe con amabilidad. A mí solo me parece un alarde de hipocresía.

—No te acerques al bosque —susurra de tal manera que solo yo pueda escucharlo. Esas palabras me dejan helado.

—¿Cómo? —pregunto, esperando haber escuchado mal.

Mi padre aprovecha ese momento para salir de la cocina con varios papeles en las manos.

—De momento firmaré solo la autorización de descanso, pero no descarten que pueda mandar a un abogado por la falta de disciplina en su instituto—. Le entrega los documentos a Wackerly con brusquedad, percatándose de que me encuentro allí con la cara lívida—. Leo, toma un vaso de leche caliente y vete a descansar —después se dirige hacia el profesor—. Hemos terminado de hablar, márchese.

Él aludido asiente, sonriéndome de nuevo antes de marcharse.

Algo no está bien.

¿Por qué me dijo que debía evitar el bosque?

¿Sabe algo del asesino?

Como un niño me tomo la leche templada con cacao y canela; pienso en mi vida y en todos los acontecimientos que se han ido desencadenando. Desde la muerte de Lira en el bosque hasta ahora.

Mis recuerdos están hechos un desastre. La bruma lo cubre todo excepto la sangre de Lira escurriéndose por las pulidas y brillantes piedras del río. Se mezclaba con el agua cristalina como si pudiera limpiarse.

De pronto la leche me sabe amarga por lo que la dejo en la mesilla de noche y me recuesto en el calor de mi cama.

¿Realmente fue un error escapar?

El arroyo de los cardenales rojos (BL 🌈 Completa, editada sin corregir)Wo Geschichten leben. Entdecke jetzt