Capítulo 27, Leo (Editado)

3.5K 447 47
                                    

Mi padre va hacia la puerta y pregunta con tensión quién es

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Mi padre va hacia la puerta y pregunta con tensión quién es. Aliviados oímos la voz de Sebastian sonar alto y claro.

—Sé que no son horas, pero me dijeron que viniera para aquí.

Al cabo de unos instantes, Sebastian y Ángel se unen a nosotros en la cocina. Lo cierto es que somos ya una multitud. Estamos pegados a un hombre que lleva una carga explosiva entre pecho y espalda, cuyo único freno es un chaval que no conozco en lo más mínimo. Genial. Maravilloso. Estupendo. ¿Por qué no nos tiramos de paso todos desde lo alto de un puente a ver qué pasa?

—Estás volviendo a hablar en alto —me susurra Alain.

Sebastian tiene moratones en la cara y el labio partido. Ángel también parece que ha recibido un par de golpes, pero por lo demás parece que se han calmado las aguas. Algún día me gustaría enterarme de toda la historia de Sebastian.

Procuro centrar mi atención en el individuo que está todavía en la silla. Andrea lleva todo el rato sin decir nada. ¿Entiende algo de lo que está pasando? ¿Acaso alguien se ha parado a explicárselo? ¿No se suponía que iba a venir con Sebastian?

—Creo que Andrea merece una explicación —murmuro al oído a Alain. Este asiente y empuja suavemente sus hombros para sacarla de la estancia. Aprovecho para pedirle a Lira que vaya junto a mi madre.

Finalmente quedamos una pandilla de adolescentes con la única vigilancia de un adulto. Aunque no estoy seguro de las edades de Lynx y Ángel, ahora que lo pienso. Mi padre seguramente se estará preguntando con qué tipo de gente jodida de la cabeza anda su hijo. Creo que voy a estar castigado el resto de mi vida como menor de edad.

—¿Qué vamos a hacer con él? —Áurea lo pregunta como si William no estuviera delante. Coge una silla para sentarse al lado de Lynx.

—Soltarlo delante de Erick y que lo mate —contesta automáticamente Lynx, ganándose un codazo en las costillas por parte de Áurea.

—Primero tenemos que hacer caer a Erick y luego mandar ambos a la cárcel —tercia mi padre mirando fijamente al silencioso William. ¿Por qué no ha detonado esa mierda que lleva pegada en el cuerpo?

—Puedo seducirlo y destapar todos sus trapos sucios —opina Sebastian con voz demasiado seria como para tratarse de una broma. Creo que si mi padre no estaba asustado de las malas compañías que frecuento, ahora Sebastian lo ha logrado. Sin embargo, Zay Lordvessel no dice nada.

—Lo más lógico es que alguien de confianza consiga la información para que ese hombre pague su justo castigo, si he entendido algo de todo esto —habla Ángel, cruzando sus fuertes brazos sobre el pecho. ¿Por qué narices se empeñan todos en ser unos hombres musculados y sexys? ¿Qué hay de ser adorable y pequeño? Sacudo la cabeza esquivando mis atontados pensamientos.

—Yo lo haré. —Andrea acaba de volver con Alain. Tiene la nariz roja y los ojos irritados, confiriéndole un aspecto mucho más frágil. Mira hacia William con una mano en el pecho—. Siento lo que me padre hizo. Siento lo que yo hice. Lo siento.

Él no contesta, se limita a devolverle la mirada con reserva.

Andrea se gira para salir y es detenida por Alain.

—Es mi padre. Lo haré sola.

—No —dice Alain limitándose a cortar el paso de Andrea—. Buscaremos una forma de que estés a salvo.

—¡Es mi padre! No me hará nada.

—¿Eso crees? —Señala a William—. Ese es el tío de Lira. Y ya ves lo que le hizo.

Andrea se queda en silencio por unos instantes, como si estuviera pensando una respuesta convincente.

De repente grita con todas sus fuerzas, como si estuviese siendo atacada.

Escucho como la puerta de entrada se rompe y dos hombres irrumpen. ¡No cabemos, joder!

Intuyo que son los que estaban en el coche. Aprovechando el momento William sale disparado hacia la ventana sin que mi padre pueda atraparlo. Por supuesto, acto seguido, mi padre se posiciona ante mí para protegerme.

Uno de los hombres coge a Andrea en brazos mientras el otro nos apunta con una pistola. La primera vez en mi vida que me apuntan con algo así.

Ángel se pone delante de Sebastian en ademán protector.

Dejamos que el subordinado de su padre se la lleve, deseando que no disparen a nadie. Escucho como contacta por teléfono, pero algo me llama la atención. De entre sus labios sale la palabra señora.

¿La madre de Andrea ha sido la que ha mandado a estos uniformados personajes?

Amor de madre.

—Se escapa. —Dejo que mi voz se oiga y levanto un poco mis manos—. El que pretende matar a la hija de vuestra señora.

Lo informa y se apresura a salir con Andrea. El otro sigue apuntándonos sin cambiar su posición.

De alguna manera, Áurea se desliza detrás y le golpea con fuerza las piernas, provocando que se desequilibre. Lynx le arrebata la pistola y se la posa en la sien para luego dejarlo inconsciente con la culata. Los contemplo lo que semeja una eternidad con cara de idiota.

Por fin mi cerebro manda las ordenes correctas para que mis piernas se muevan tras William. Alguien dice mi nombre pero poco me importa. Si no lo atrapo puede que alguien muera.

Resollando, diviso la espalda de William que corre calle abajo.

— ¡Va a casa de Andrea! —exclama Alain justo a mi lado.

—¡No puedo correr tanto con estos tacones, joder!

—Tiene su gracia que me haya hecho caso y vaya a matarse.

Rezo lo poco que sé para que no reviente la bomba en cuanto entre por el portal.

—¿Y no iríamos más rápido en un coche, idiotas? —Jadea Sebastian—. ¿Y Ángel?

El rugir del motor de una moto responde a su pregunta. Cuando llega a nuestra altura apoya el pie en el suelo para equilibrarse, todavía con el motor en marcha.

Nos paramos en medio de la carretera, los siete. La noche comienza a clarear.

— ¿A dónde hay que ir y a quien llevo?

—A mí. —Dirijo mis cansadas piernas hasta la impresionante moto negra. Quiero una así, pero soy tan jodidamente bajito que no llegaría al suelo.

—Leo, no estás en condiciones. —Alain se pasa sus manos por el pelo sudoroso.

—Ni se te ocurra marcharte, jovencito. —Resopla mi padre apoyando las manos en las rodillas.

—Vosotros tampoco estáis en condiciones. —Me agarro a la cintura de Ángel antes de que ninguno se pueda mover— Vamos, por favor.

—¡Estás oficialmente castigado, Leonel! —Escucho gritar a mi padre en cuanto la moto acelera.

Puedo sentir el temor de mi padre comiéndome la cabeza. Pero no es hora de tener miedo, ahora es el momento de detener toda esta espiral de sufrimiento.

El arroyo de los cardenales rojos (BL 🌈 Completa, editada sin corregir)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora