Capítulo 17, Alain (Editado)

4.2K 520 42
                                    

Mi madre se marcha llevándose a Lira con ella

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

Mi madre se marcha llevándose a Lira con ella. Si ella está en desacuerdo es algo que desconozco. Simplemente la veo subirse al coche para luego desaparecer con mis dos hermanos pequeños.

Los señores Lordvessel se ofrecen a acompañarla dejándonos al cuidado de la abuela de Leo.

De nuevo, un plan brillante por parte de los adultos: dejar a cuatro adolescentes en una casa con una anciana a la espera de que un trastornado que ha jurado matar a dos de ellos entre por la puerta.

Decido esperar a que los padres de Leo vuelvan para asegurarme de que todo va bien. Por otro lado, me preocupa que el loco se aproveche de Sabrina por estar relacionada con nosotros. Aprovecho que Leo va al baño para decirles parte de lo que pienso a Sebastian y Sabrina.

—Creo deberías quedarte en casa de Leo hasta que encontremos a ese tipo —insto a Sabrina, sentados nuevamente en el cuarto de Leo. Si permanezco mucho tiempo más en esta estancia tan impregnada con su esencia voy a volverme loco.

—Sé defenderme —contesta tranquilamente.

—Por lo que sé vives sola en una casa enorme, ¿segura que puedes defenderte? —Mostrar mi preocupación por los demás nunca se me ha dado bien, tengo la impresión de que estoy molestando constantemente.

—Esta temporada no estoy sola, ha venido lo que podría definir como un pariente lejano a tocarme las narices. Es mayor que yo por lo que estaré perfectamente. De todas formas, estoy segura al cien por cien de que puedo arreglármelas sola en caso de que me ataque.

—¿De qué demonios estáis hablando? —interrumpe Sebastian, que está sentado entre los dos con el ceño fruncido. He pasado de explicarle nada y su enfado aumenta con los minutos.

—Ya te lo contaré cuando sea. —Atisbo la puerta entreabierta del cuarto a la par que escucho los pasos de Leo retornar a la habitación.

Todo entre nosotros se siente profundamente incómodo. El chico al que amo, la chica que se le declaró y el chaval con el que me acosté. El elenco retorcido perfecto.

Enmudecidos contemplamos el suelo como si el secreto del universo estuviese metido en él.

—¿Qué os pasa de pronto? —expresa Leo visiblemente incómodo mientras abre unos envoltorios de chocolatinas para meterlas entre sus deliciosos labios. Paso las manos por mi cabeza intentando no pensar en ello. Quiero continuar ese beso y sobre todo terminar lo que estaba a punto de pedirle—. Tenemos que intentar distraernos. Las cosas están jodidas pero ya se solucionarán. Aunque no entiendo ni la mitad. ¿Me lo explicáis?

Sabrina y yo negamos con la cabeza. Sebastian y Leo resoplan.

Nos pone una película en el portátil pero el argumento pasa completamente desapercibido para mí mientras pienso en todo lo que ha pasado en los últimos meses. Por no contar años. Leo se va quedando dormido entre Sabrina y yo hasta que al final descansa profundamente con respiraciones tranquilas y acompasadas. En esos momentos me alegro de que no recuerde las cosas horribles que le han hecho.

Sabrina lo tapa con cuidado y me mira con picardía en los ojos.

—Yo también me lo quiero comer pero recuerda que hay más gente en el cuarto —susurra, azorándome. Sebastian masculla algo inteligible y se pasa la mano por sus cabellos negros.

—Cierra esa bocaza tuya, depravada. —Le tiro un caramelo a la cara. El sonido del coche en la gravilla del garaje nos hace incorporarnos.

Me alegra saber que mi madre llegó sana y salva a la casa de su hermana Pepper, a dos pueblos de distancia. Ella vive en el centro de su propia localidad, así que estarán relativamente a salvo.

Dejamos a Leo durmiendo en su cuarto y bajamos todos a despedirnos. Sebastian habla con quien sea que viva para decirle que pasaré unos días con ellos. Es entonces cuando recuerdo que tengo que recoger algo de ropa en mi casa así como el teléfono y lamento no haberlo hecho antes.

La oscuridad de la noche cerrada de enero parece más fría e insondable que de costumbre.

Salimos y vemos a un joven de aproximadamente veinte años apoyado en el coche de Sabrina. Ella suelta un sonido de reprobación y abre la puerta del conductor de su flamante deportivo.

—Vas andando, Lynx —masculla al lado de la puerta y por encima del techo del coche. El chico se acerca, irradiando peligro por todos los poros de su bronceada piel. Unos dorados ojos relucen hacia nosotros, poniéndonos nerviosos. Son mucho más claros que los de Leo, me recuerdan a los de un gato—. ¿Os llevo?

El tal Lynx pone un dedo en el mentón de Sabrina para obligar a que gire la cabeza hacia él.

—Tranquila, creo que Alain necesita pillar su ropa de casa —dice Sebastian. A veces me gustaría poder ser tan despreocupado como él.

Sabrina asiente sin apartar la vista de Lynx.

—Esperaremos en el coche por si pasa algo. —Advierto el hecho de que ha aceptado al chico sin que él haya abierto la boca.

—Es innecesario, está conmigo y todos sabemos que no hay nadie mejor que yo para cuidar a alguien. —Le doy un inevitable codazo en las costillas, molesto.

Mi casa, completamente patas arriba, está helada y horrenda. Pasamos por encima de los objetos esparcidos por el suelo hasta llegar a mi dormitorio. Una vez allí, con la puerta bien cerrada, me siento algo más seguro. Recojo ropa y libros, consciente de que he estado ignorando a Sebastian desde que entramos.

—Necesito respuestas. —La angustia en su voz me pone en tensión.

—No puedo involucrarte más.

—Vas a quedarte en mi puta casa, si eso no es involucrar ya me dirás. —Cruza sus fuertes brazos sobre el pecho. Enfadado busca mis ojos pero decido mirar al suelo para encontrar al dichoso gato metido entre mis mantas.

—Sal de ahí y vuelve con tu dueña. —Le pellizco suavemente una oreja para que se mueva. Lo siguiente que sé es que tengo a Sebastian sobre mí aprisionándome contra la ropa de cama—. Sebastian ahora no es el mejor momento para esto.

—Dime que pasa entre Leo y tú. Entre la persona que te atacó y tú y entre esa chica retrasada de pelo castaño y tú. —Aprieta con fuerza la mandíbula en un intento de controlar la furia, supongo.

—Aparta.

—Responde.

Exhalo todo el aire que tenía en los pulmones guardado. Frustrado me retuerzo bajo el peso de Sebastian.

—Leo es mi amigo de la infancia. Ese hombre intentó matarnos. Lira es inteligente, no retrasada y mi amiga. —Escupo la información sin revelar cosas concretas. La cara de Sebastian se acerca más a la mía—. Ahora sal de encima.

Sus ojos oscuros están completamente serios.

Exasperado empujo su pecho hacia atrás con mis manos.

—¿Sientes algo por Leo? ¿Te corresponde? No debí haberte tocado. —Enmudezco por unos instantes, sintiéndome la persona más asquerosa del mundo. Necesitaba contacto. Necesitaba que dejase de doler al menos por unos instantes—. Leo fue mi primer y único amigo. ¿Y si me odia ahora?

— ¿Acaso no fuiste tú el que dijo que si no era mi pareja no pasaba nada? —Ataco.

Recibo un fuerte y sonoro puñetazo que hace que mi nariz comience a sangrar.

—Yo sé que soy un gran hijo de puta, pero también estoy seguro de que ya he hecho suficiente daño a quienes quiero. Jamás imaginé que al que querías era a Leo, dime ¿te corresponde? ¿También te ha olvidado? —Respira agitadamente y me da la impresión de que va a echarse a llorar de un momento a otro—. Nunca dejes de lado a la persona que amas, aunque te odie. Solo conseguirás sentirte vacío por dentro, Alain. Empezará a importarte bien poco lo que hagan con tu cuerpo. —La fuerza en su voz me paraliza—. No te conviertas en alguien como yo.

Se levanta, agarra la mochila y al pequeño gato sin mirarme y se marcha dejándome con un horrible sabor de boca.

El arroyo de los cardenales rojos (BL 🌈 Completa, editada sin corregir)Where stories live. Discover now