Capítulo 16 (Editado)

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Me paso la tarde del sábado metido en cama sin apenas salir

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Me paso la tarde del sábado metido en cama sin apenas salir. No tengo ganas de hacer nada, ni moral para hablar con mi abuela.

Los recuerdos me asolan, revolviendo las aguas de una memoria estancada desde hacía diez años. Lira en todas sus facetas me asalta una y otra vez en cuanto cierro los ojos. A pesar de ello, sigo cerrándolos con fuerza, contemplando el redondeado rostro sonriente recogiendo piedras pulidas por las aguas del arroyo. Un arroyo donde los cardenales rojos cantan todos los inviernos.

Ya es de noche cuando recibo llamadas de Áurea, tantas, que termino contestando con hastío.

—Me has dejado plantada —espeta de mala manera. Sacudo la cabeza, sin comprender—. Prometiste ir conmigo a tomar el batido de calabaza que solo ofrecían este sábado.

—Estoy enfermo... Lo olvidé —Al otro lado de la línea percibo un sonido de resignación—. Llevo unos días encontrándome mal.

—Ya me había dado cuenta, pero pensé que estabas mal por lo de Alain y no quería meterme en medio —me percato de que he estado ignorando a Áurea todo este tiempo y me siento mal. No me sobran amigos como para perderla—. ¿Qué tal con Alain?

—Durmió conmigo ayer —confieso y aparto el teléfono ante el grito de sorpresa que lanza.

— ¡La hostia! ¡Conéctate al Skype! Tengo que verte la cara. —Atropella sus palabras y cuelga.

Miro el fondo de pantalla de mi móvil con una ceja arqueada. Se ha convertido en mi mejor amiga, pero está como una cabra.

Pongo el portátil en mis piernas y acomodo las almohadas en la espalda. Mientras espero a que se encienda, observo el hueco en el que durmió Alain anoche. Su esencia revolotea en el ambiente. O estoy alucinando que también puede ser el caso.

Me llegan los mensajes de Áurea nada más se abre el Skype. Le doy a llamar y en medio segundo la veo con su cabello rubio arremolinado enmarcando su rostro, confiriéndole una perfecta forma de corazón. Lleva puesto una especie de pijama de gatitos de manga corta. Es bonita incluso con los círculos oscuros bajo sus ojos.

— ¿Y ha pasado algo entre los dos? ¿Habéis arreglado las cosas? —habla con la emoción bailando en sus ojos, realmente parece que se preocupa por mí y hace que mi pecho se caliente ligeramente—. Tienes muy mala cara, parece que te hayan dado por el culo y que no ha sido agradable.

Alzo la mano para detener sus despropósitos.

—Me ayudó porque me encontraba mal —ella asiente y me invita a continuar—. Se quedó dormido cuidándome y esta mañana se ha marchado diciendo algo así como que no deberíamos volver a hablar porque siempre nos hacemos daño.

Áurea ladea la cabeza.

— ¿Se enfadó? —me encojo de hombros sin saber muy bien qué responder—. No tiene el menor sentido.

Suelto el aire que estaba guardando.

—Lo provoqué recordándole sin querer algo muy doloroso —admito, sintiendo que me sube la bilis a la garganta.

—Si fue sin querer debería haberte perdonado —estoy seguro de que eso es lo último que se le pasó por la cabeza—. Puedes intentar una vez más hablar con él o buscar la manera de que salga de su caparazón. Créeme la forma en la que te mira no es de odio.

—Lo sé.

—Su mirada refleja más o menos esto: "que hijo de puta, que hijo de puta más adorable" —me río ante la expresión—. Está claro que le gustas, pero parece que le cuesta asumirlo. Igual es porque sois dos chicos.

No le digo la verdad sobre lo que pasó hace años. Todavía no estoy preparado para hacerlo. Pero sé que esto no es porque seamos dos chicos, o al menos creo que de ser un problema no encabeza la lista. Veo tan complejo poder seguir adelante con mis sentimientos, que las lágrimas se agolpan en mis ojos e intento calmarme.

Alain no quiere sufrir más y en parte lo entiendo. Pero si a él le gusto podríamos al menos intentarlo. Pero también nos encontramos en un pueblo pequeño donde los prejuicios están a la orden del día. Es muy probable que de conseguir que nos demos una oportunidad la gente comience a tratarle con desprecio.

—Me imagino lo que estás pensando —Áurea se acerca a la pantalla—. Olvídate de lo que piensen los demás. Consigamos que no pueda dejar de pensar en ti y que se acerque.

—No se me ocurre nada.

Ella toma un trago de lo que sea que esté bebiendo.

—¿Y si finges que has pasado página y pasas de él? En plan, te sacas una pareja y ya ni le miras —explica al cabo de un rato—. Aunque igual es algo raro teniendo en cuenta de que sabe que le gustas.

—No conozco a mucha gente, por no decir que solo me llevo contigo. —Lo cual es bastante triste, ahora que lo pienso.

Áurea se señala.

—Tienes a una preciosidad que a partir de lunes va a ser tu novia fingida.

Niego con la cabeza.

—No voy a utilizarte, no sería justo para ti.

—Vas a hacerlo. Porque quiero ver cómo termina tu amor. Porque eres el primer amigo que no ha escapado de mí, entre otras muchas y variadas razones —lo dice con tanto fervor que no me queda más remedio que aceptar.

A partir del lunes Sabrina Di Áurea, fingirá ser mi pareja. Probablemente no termine de sacar nada con esto y hasta me parece un plan ridículo.

Miles de emociones contradictorias se abalanzan rodeándome, mientras espero que el lunes llegue.

El arroyo de los cardenales rojos (BL 🌈 Completa, editada sin corregir)Where stories live. Discover now