Capítulo 6, Leo (Editado)

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Los rayos de la puesta de sol se filtran por las rendijas de la persiana confiriéndole a la sala un tono ambarino, similar al color de mis ojos

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Los rayos de la puesta de sol se filtran por las rendijas de la persiana confiriéndole a la sala un tono ambarino, similar al color de mis ojos. Todavía estoy sujeto a toda clase de cables, con el cuerpo magullado y entumecido. He empezado la rehabilitación y acabo terriblemente agotado después de cada sesión.

Al parecer tengo amnesia. Todos mis recuerdos se han ido a tomar por el culo, ya sea por el shock o por los golpes sufridos. Puede que la recupere en unos días o que jamás vuelva a ser yo mismo. Mis padres son desconocidos ahora; también lo es mi supuesta y adorable abuela, la cual está ingresada en el mismo hospital. Si tenía amigos, he perdido toda clase de sentimientos por ellos. Lo mismo si estaba enamorado. Es terrorífico pensar en lo que el cerebro puede llegar a controlar.

Lira es la única luz que se alza en las brumas de mi mente. Los juegos dulces e infantiles que tanto nos gustaban, las largas conversaciones al lado de la chimenea de la antigua casa de Lira. Ella viene a visitarme todos los días, envuelta en sus pijamas de conejos. Sé que está ingresada, que lleva largo tiempo aquí, pero no recuerdo por qué y tampoco me lo dicen.

Cierro los ojos con fuerza esperando que las horas se deslicen rápidas, que mi piel sane lo más pronto posible.

Alguien entra en mi cuarto tratando de no hacer ruido. Al principio parece titubear en la puerta, como si no estuviese seguro de entrar.

Decido hacerme el dormido, harto de enfermeras y preguntas sin respuesta.

Huele a una mezcla especiada y levemente a sudor.

Es nostálgico.

Mi cabeza comienza a doler y solo quiero arrancarme el cerebro y tirarlo donde no me pueda dañar.

¿Quién es?

El colchón desciende con el peso del desconocido que se sienta.

—¿Estás despierto? —susurra con voz contenida. Es suave pero me perfora la cabeza. Mantengo mi posición, con los párpados cerrados. Algo parecido a un sollozo ahogado. ¿Mi imaginación?—. Todo por lo que hemos pasado. Tantas cosas. ¿Por qué es tan difícil para nosotros?

¿A qué se refiere? Mi cabeza da vueltas.

—No pude protegerte —no entiendo nada. El ritmo de mis pulsaciones aumenta con el dolor que me atraviesa—. Ahora ni siquiera me dejan acercarme porque podría hacerte daño. Tengo que esperar pero no me veo capaz de hacerlo. Leo, tú eres para mí...

Un beso en la frente. Conozco la sensación de esos labios.

Me debato entre abrir los ojos y el dolor que sacude mis entrañas.

¿Qué soy para ti? ¿Quién soy yo?

—Espera... —Mi mano se alza en una habitación vacía. La penumbra de un anochecer se escurre cubriéndolo todo.

El arroyo de los cardenales rojos (BL 🌈 Completa, editada sin corregir)Where stories live. Discover now