Capítulo 24 (Editado)

6.3K 755 106
                                    

Los siguientes cuatro días los paso sumido en tinieblas

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

Los siguientes cuatro días los paso sumido en tinieblas. Una pesada cortina cubre mi mente sin dejarme pensar.

Soy consciente de que mi padre tiene demasiadas preocupaciones encima e intento animarme. Le ayudo cuando está en casa y no paro de repetir que cuando quiera puedo tomar su lugar en el hospital. Ambos sabemos que mis intentos no llegan a ninguna parte.

Lo sucedido en el instituto le ha molestado tanto como a mí. Le duele ver como recaigo y me hundo en un miedo agónico por culpa de una trifulca adolescente y así se lo hizo saber al director de la escuela.

Me han concedido dos semanas de descanso sin repercusiones en mi expediente escolar. Más de lo que puedo pedir.

Áurea ha venido varias veces en los últimos días. Mi padre le dice que no quiero recibir visitas pero ella insiste, aunque acaba marchándose al cabo de un rato. Parece ser que la han suspendido por unos días debido a la reyerta con Alain.

No debería ser así.

Ni Áurea ni mi padre tienen la culpa de lo que se me pasa por la cabeza. Tampoco Alain.

Los miedos existen para ser superados. ¿Por qué demonios cuesta tanto sacar la cabeza del agujero?

El viernes por la noche me encuentro solo, tumbado en mi cama sin hacer nada. Ni siquiera escucho música, solo permanezco existiendo.

Un ciclo que se lleva repitiendo largo rato.

Mi padre se ha marchado a cuidar de mi abuela por la mañana, así que limpié todo, lo mínimo que puedo hacer estando en tan lamentable condición mental.

Unos toques en mi persiana me sobresaltan. La voz suave de Alain se escucha a través del cristal.

—Leo —llama volviendo a mover la persiana—. Sé que estás ahí, ábreme.

Me volteo en la cama, poniendo una mano debajo de la cabeza intentando ignorarlo.

—Leo —insiste elevando ligeramente la voz—. Por favor.

Voy hasta la ventana con tres zancadas furiosas y abro la persiana de golpe.

—¿No dijiste que querías estar solo? ¿No me llamaste gilipollas? Pues tienes razón, es lo que soy —levanto el pesado cristal. Un viento helado se cuela erizándome el vello de los brazos. Noviembre está a la vuelta de la esquina regalando heladas por doquier—. Pues bien, ahora tienes lo que querías. No más presencia de Leo. A la mierda, Alain.

Tiene el cabello lacio sobre los ojos de tal manera que se ensombrece su expresión. Sé que me mira pero nuestras habitaciones están a oscuras por lo que no distingo los detalles.

—Deja la autocompasión — habla en un tono tan mustio que me cuesta discernir lo que está diciendo. Cansado, cruzo los brazos sobre mi pecho.

—Mira quien fue a hablar —estoy cansado de pelear y parece que es lo único de lo que soy capaz—. Lárgate y húndete en tu miseria que yo haré lo propio.

El arroyo de los cardenales rojos (BL 🌈 Completa, editada sin corregir)Where stories live. Discover now