Capítulo 19 (Editado)

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Me duele tanto el trasero que ponerlo en un cubo con hielo no va a ser suficiente

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Me duele tanto el trasero que ponerlo en un cubo con hielo no va a ser suficiente. No sé cómo voy a hacer para sentarme los siguientes días. Cuando me caí me di un buen golpe contra alguna piedra. Planeo pedirle a Áurea que me consiga algo para el dolor aunque va a pensar lo peor.

Alain me ayuda a subir el terraplén y alcanzamos el sendero en unos cuantos minutos. Tengo un frío horrible, tiemblo como una hoja a merced del viento. Alain sujeta mi mano mientras me lleva hasta el coche de mi abuela, una ranchera con piezas de madera en los laterales.

—Te llevo a casa, luego vendré a por mi coche —dice, limpiándose la tierra de la mejilla. Emito un sonido de dolor al sentarme, Alain expulsa el aire con gesto preocupado—. No debimos hacerlo así. Te he hecho daño.

Le doy un puñetazo amistoso en el brazo. Lo más idiota que se me puede ocurrir. Lo cierto es que estaba dolorido por la caída y cansado por estar enfermo, pero me sentí vivo por primera vez en mucho tiempo. Atrás quedaron las crueles palabras de esta mañana, lo que acabábamos de hacer era declarar abiertamente que nos gustábamos. ¿Amor? Puede ser, aunque todavía es demasiado pronto para asegurarlo.

—No me has hecho daño, ha sido al caer —le respondo poniéndome el cinturón de seguridad.

Alain coloca las manos sobre el volante.

—Yo... —comienza a hablar y espero con expectación lo que va a decirme—. Ahora mismo necesito que me des un tiempo para pensar. Alejarnos el uno del otro.

Mi ánimo se va por el desagüe.

—No lo entiendo.

Toma mi cabeza y prueba mis labios con suavidad.

Dime que te gusto de una vez, maldito. Inmediatamente me doy cuenta de que yo tampoco se lo he dicho.

—Alain —rozo con mi dedo el lunar que hay debajo de su ojo derecho. Es marrón oscuro, no muy grande, pero resalta—. Te quiero.

Bien. He conseguido soltarlo. Aunque la elección de palabras no ha sido la más acertada.

Permanece en silencio un rato. Una eternidad a mi modo de ver.

—No lo entiendes, estoy atado —se me pasa la idea de que tenga una novia en algún lado, pero algo me dice que Lira está en sus pensamientos—, por una promesa. Si la voy a romper primero tengo que disculparme con ella. Y poner en orden mis sentimientos.

—Lira está muerta, ¿cómo pretendes disculparte con ella? —pregunto directamente sin pensar en lo que estoy soltando por la boca— ¿Qué le prometiste que yo no sepa?

—No puedo decírtelo —arranca el coche y el motor resuena ensordecedor—. Es algo entre ella y yo.

Mi mente quiere asumirlo, pero por alguna razón me siento molesto. Conmigo mismo por ser un egoísta de mierda y con Alain. Lira también era importante para mí y él parece que lo ha olvidado por completo.

—Lárgate en tu coche si tan solo quieres estar —termino soltando la estupidez más grande que se me podía ocurrir, sintiendo como una ira malsana creciendo en mi interior. Las palabras se escapan, hiriendo a Alain y al momento de pronunciarlas sé que estoy siendo un completo gilipollas—. Vete con Lira, el verdadero amor de tu vida.

—Leo, cierra esa bocaza y no lo estropees. —Me mira apretando los labios en una fina línea.

—¿Estropear? ¿Me haces una paja en medio del bosque, luego dices que quieres estar solo para reconciliarte con nuestra amiga de la infancia que ya está muerta y yo lo estropeo? —La rabia se expande. Alain es odioso. Yo soy odioso.

No veo el puñetazo venir, es tan raudo que simplemente impacta en la comisura de mi boca, partiéndome el labio. La sangre se derrama manchando todavía más mi sudadera verde.

Sale del coche y dice antes de cerrar:

—Gilipollas.

Me paso los dedos por la herida que escuece como el demonio. Me he pasado. Dejo que se vaya con su furgoneta y hago tiempo mirando el paisaje, helado y con el cuerpo maltrecho.


El arroyo de los cardenales rojos (BL 🌈 Completa, editada sin corregir)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora