Capítulo 20, Alain (Editado)

3.8K 534 37
                                    

Llueve con fuerza cuando salgo de la casa de Sebastian

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

Llueve con fuerza cuando salgo de la casa de Sebastian. Sin poder dormir, he terminado decidiendo que lo mejor es que busque la manera de detener a ese cabrón. He robado un cuchillo de cocina y lo he guardado en la cazadora por si acaso.

Escucho las gotas de lluvia repiquetear contra mi paraguas mientras camino por la acera, sumido completamente en mis pensamientos.

Veo unos pies enfundados en calzado de montaña marrón claro; está prácticamente cubierto de barro, con unas hojas muertas pegadas al pantalón.

Levanto mi vista del suelo y tropiezo con la de Leo.

—¿Qué estás haciendo fuera de casa sin paraguas? —casi grito y lo sujeto para ponerlo a cubierto.

—¿Y tú qué cojones haces paseando? —pregunta a su vez. Niega un par de veces con la cabeza antes de alzar una mano y ponerla frente a mi rostro—. Espera hay otra pregunta más importante, ¿qué sabes de la madre de Lira?

Arrugo la frente teniendo un fugaz recuerdo de una mujer menuda. La mirada iracunda de Leo me deja un tanto descolocado. El brillo en su mirada ha vuelto a ser el de antes, quizás con más fuerza.

—¿Por qué lo preguntas? No deberías andar solo por ahí. —Lo aprieto contra mi pecho antes de apartarlo—. Es peligroso.

—La madre de Lira se apellida Wackerly —dice atropelladamente—. He visto una foto y en ella estaba William junto con la madre de Lira. En el reverso estaba escrito el nombre. Así que por eso lo pregunto y por eso es jodidamente importante.

Tiembla contra mí. Llevo mi mano hasta su frente ardiendo.

—Cálmate, vamos a ponernos a cubierto. —Niega una y otra vez con la cabeza.

—Ayer estaba buscando el chocolate que mi padre había escondido y la encontré en el cajón del escritorio —masculla febrilmente a toda velocidad—. Al ver el nombre mis recuerdos sobre ese hombre volvieron como un golpe en el estómago. Dijo exactamente "vete a contarle a tu madre lo que el tío te ha regalado". Es el tío de Lira, Alain.

Intento por todos los medios recordar cómo era el tío de Lira pero nada aparece en mi mente.

—Es imposible, nadie sería tan cabrón como para hacerle eso a su propia sobrina.

—¿Y por qué la madre de Lira se marchó sin dar explicaciones? ¡Ese hombre era al menos conocido de mis padres y de tu madre!

—Si lo fuera nos lo hubieran dicho. —Leo se ve más agitado que nunca, respira con dificultad mientras agarra mi chubasquero—. No creo que pasasen esa información por alto.

—¿Y si mienten?

Empiezo a exasperarme.

—Sería una estupidez. —Lo arrastro en dirección a su casa, sujetándolo por la empapada sudadera—. Son nuestros padres de quienes hablas, jamás harían algo que nos perjudicase.

—¡No quiero volver ahí! —grita e intenta propinarme una patada—. Nuestros padres que tanto nos protegen dejaron que aquello sucediese. Ya no sé en quien confiar. Estoy hecho un verdadero lío y parezco un gilipollas atontado todo el puto día con las drogas que me dan para el dolor. ¡Se acabó! ¡Quiero ser yo mismo!

Se detiene bruscamente buscando aliento. El paraguas se ha caído en el forcejeo y ha quedado abierto boca arriba en el suelo. Recoge la lluvia que cae copiosamente del cielo.

—Quiero ser yo mismo —repite lentamente en susurros, como si cada palabra encerrase un enorme misterio que debe desentrañar. Sus ojos ámbar me observan—. Te recuerdo, Alain.

Salva la distancia entre los dos entregándome el regalo que repara mi corazón casi por completo. Un beso ardiente. Un beso de Leo siendo él mismo.

—Deja de escapar de mí y retorcer la situación más de lo que ya está. —Levanta el puño para impactarlo en mi estómago provocando que me caiga de rodillas. Acto seguido toma mi rostro entre sus manos—. ¿Por qué te complicas tanto la existencia? ¿No era más sencillo hablar?

Si darme tiempo a responder, y completamente aturdido, recibo de nuevo sus labios. El agua se desliza helada por mi piel pero en cierto modo es reconfortante.

Lo abrazo, olvidándome que estamos enfrente de nuestras casas y que cualquiera puede mirarnos. Que todo lo que nos envuelve puede ser todavía más complejo de lo que ya es.

Leo me da fuerzas renovadas, para alcanzar el final que merecemos.

El arroyo de los cardenales rojos (BL 🌈 Completa, editada sin corregir)Where stories live. Discover now