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Edén.

También decía: «Lo que sale del hombre, eso es lo que contamina al hombre. Porque de adentro, del corazón de los hombres, salen los malos pensamientos, fornicaciones, robos, homicidios, adulterios, avaricias, maldades, engaños, sensualidad, envidia, calumnia, orgulloe insensatez. Todas estas maldades de adentro salen, y contaminan al hombre».

Marcos 7:20-23

ºº

- Puedo explicarlo. – Digo mientras me acerco a paso lento hacia Mariah, a quien parece querer salirse los ojos de su rostro ante la sorpresa.

- Claro que lo harás.

No me sorprende su tono acusatorio pero si me desconcierta que las palabras se dirijan hacia el hombre tatuado sobre mi cama. Raziel mantiene una postura de relajo total, con su espalda pegada al respaldar de mi cama y sus brazos cruzados tras su nuca. Su rostro intenta mantenerse calmo pero una mueca de gracia se escapa de sus labios cuando Mariah estira un dedo en su dirección, de forma acusadora.

- No tengo nada que decir. Puedes sacar tus conclusiones.

- Oh, no tienes ni idea de las cosas que estoy pensando. – Sisea ella.

- ¿Qué está pasando aquí? – Pregunto completamente confundida. ¿Está enojada con él?

- Será mejor que me vaya. – Raziel es ágil para escabullirse pero no tanto para evitar que tome el borde de su camiseta y lo detenga cuando pasa junto a mí. Sus ojos grisáceos me escanean y siento que intentan decirme algo, pero la confusión y terror de ser descubiertos no me permiten escarbar en eso.

- Nadie se va hasta que esto esté aclarado. – Mi tono suena demandante, como una orden y eso capta la atención de ambos. – Soporté los rumores sobre yo corriendo desnuda desde el Ala de Hombres, por lo que no pienso dejar cabos sueltos cuando de esto se trata.

Empujo a Raziel para que se siente en el borde de la cama y Mariah lo imita, pero sentándose en la silla que hay frente a mi escritorio. No sé por dónde empezar pero la rubia se me adelante.

- ¿Por qué siempre tienes que hacer lo mismo? – Estira su brazo para golpear el brazo de Raziel, aunque esto no le mueve ni un pelo. – ¿Qué te he hecho? Solo pido que no te tires a todas mis amigas.

- No sabes de lo que estás hablando, Mariah. – Advierte él.

Lo que le reprende toca una fibra sensible en mí de dos modos. El primero, Mariah me considera una amiga a tal punto que esto lo considera una traición. El segundo, no es la primera vez que Raziel juguetea con una amiga de ella, por lo que nace la pregunta, ¿Qué tanto de lo que pasó fue real? ¿Todo es una historia repetida?

- Ahora soy yo la que necesita una explicación.

- ¿Cuándo iban a contarme que se estaban acostando? – Mariah dirige sus verdosos ojos a mí, en ellos hallo decepción y nada del brillo que los caracteriza. La imagen me estruja el alma. Ella confiaba en mí.

- No nos estamos acostando.

Hablamos al unísono con Raziel. A él le produce gracia pero a mí me lleva a poner los ojos en blanco.

- ¿No? ¿Entonces que hacen? ¿Juegan a las cartas? – Inquiere Mariah, cruzando sus brazos sobre su pecho y apoyándose en la silla.

- Solo... Nosotros nos... - Las palabras no salen de mi boca pero Raziel es más rápido.

- Nos juntamos a beber en las noches y nos besamos dos veces. Sin sexo. Solo amigos.

Mariah lo mira como si le hubiese salido un tercer ojo.

Arder | Versión en españolWhere stories live. Discover now