19

7.3K 438 408
                                    

Edén.

Huid de la fornicación. Cualquier otro pecado que el hombre cometa está fuera del cuerpo; pero el que fornica, contra su propio cuerpo peca.

1 Corintios 6:18

ºº

- ¿Qué haces aquí? – Agradezco que mi tono de voz sea lo suficientemente duro para no demostrar mi nerviosismo repentino.

Caín vuelve a repararme descaradamente pero esta vez lame su labio inferior antes de clavar su mirada en mis ojos. La oscuridad en ellos no se asemeja a la infinidad de emociones que lo atraviesan. Odio, recelo, ira, ¿Deseo?

Por un instante me planteo el hecho de que ha venido a molestarme y no ha dar explicaciones, por lo que hago el intento de cerrar la puerta para evitar lo que sea esto, pero soy detenida cuando sus grandes manos se apoderan de mi cintura y ejercen presión para moverme.

La situación es tan repentina y él tan habilidoso que no me doy cuenta de que ha hecho que gire en el lugar y ha cerrado la puerta detrás de mí hasta que mi respiración se agita por la sobrecarga de estímulos. Estoy encerrada entre su prominente figura y la madera de la puerta.

- ¡¿Qué mierda te pasa?! ¿Estás loc...? – No puedo finalizar la oración por que su mano izquierda abandona mi cintura para cubrir mi boca.

- Cállate. – Susurra entre dientes. – Cállate por una jodida vez.

Intento refutarle su orden pero mi voz es apaciguada por su bozal casero. Da un paso hacia delante, como si eso fuese posible, y la diferencia de altura lo obliga a rebajarse hasta que nuestros ojos puedan hacer contacto.

- ¿Lans? ¿Te follaste a Lans? – Escupe con un severo deje de veneno en su tono de voz. Tono que me pone la piel de gallina. – Tiene que ser una puta broma.

¿Por eso vino? ¿Para hacer una escena de celos? Este hombre nunca deja de sorprenderme.

Sigo sin poder responder ante su ilógico reclamo por lo que aprovecha para seguir echándome la bronca.

- Pensaba que eras más profesional, pero terminaste siendo una niñata más. – Bufa.

El comentario basta para que mis emociones pasen de interés y obediencia a un completo odio hacia su persona. Lo que haga o no con mi vida sexual no es de su incumbencia y mucho menos es quien para juzgarme.

Su hombría tóxica no parece hacerlo tan inteligente como lo demuestra, por lo que no me es complicado patear con la punta de mi zapato de tacón su pierna. El simple golpe basta para que maldiga y separe su sucio cuerpo del mío.

- Escúchame bien, Hale. – Con mi dedo lo obligo a levantar la mirada, ya que se ha encorvado para sobarse la zona golpeada. Sus ojos están al borde del incendio. – No puedes venir hasta mi cuarto para montar una escena de celos y juzgarme por lo que haga o no en mi vida privada.

Abre su boca pero la cierra de golpe.

- Si me acosté o no con Lans es mi problema, - Flexiono mis piernas para quedar a la altura de su rostro. - y no te hagas el estúpido ya que más de una vez estuvimos a punto de hacerlo. No finjas que te has olvidado, porque ambos lo tenemos muy presente.

Contrario a todas mis expectativas mi comentario le arrebata una socarrona sonrisa ladeada.

- ¿Pensabas en mi cuando te lo follabas? – Su egocentrismo vuelve a hacer presencia y no tardo mucho en responder poniendo una mueca de asco. - ¿Qué pasa? ¿La princesa ya no es tan rebelde?

- ¿Te golpeaste la cabeza o qué? – Sus ojos bajan lentamente desde mi rostro a mi cuello, y desde mi cuello a mis senos, ya que por la pose estos se ven más expuestos. Golpeo su hombro para advertirlo. – Ojos arriba, Hale.

Arder | Versión en españolDonde viven las historias. Descúbrelo ahora