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Edén.

La mentira aborrezco y abomino; Tu ley amo.

Salmos 119:163

ºº

- Quédate quieto o harás que nos lastimemos los dos.

- No podré aguantar mucho más así. – Gruñe Caín.

Me reacomodo en su regazo y continúo moviendo mis manos con mucho cuidado, evitando hacerle daño. El problema es que su respiración choca directamente con mi cuello y eso, además de desconcentrarme, me provoca pequeños escalofríos. Caín lo nota y posa sus manos en mis caderas, cortando mi movimiento errático pero obligándome a morder mi labio inferior para evitar gemir por el contacto.

- ¿Qué? Es por precaución. – Su tono es malicioso.

La última vez que puso sus manos en mi cintura por precaución terminamos a punto de hacerlo sobre mi escritorio con Luca en la habitación siguiente. Tomo un mechón de mi cabello húmedo y lo pongo tras mi oreja, ya que han comenzado a caerme sobre el rostro y requiero de una buena vista.

- ¿Es la primera vez que haces esto? – Habla Caín. Tiene sus ojos cerrados y la cabeza tirada hacia atrás, disfrutando de todo.

- No. Ya lo había hecho antes con... - Pienso en mis palabras. – un amigo.

Mi aclaración hace que abra sus ojos de forma entrecerrada y me mire con una sonrisa ladeada en su rostro.

- ¿Un amigo? – Las manos que estaban en mi cadera ahora toman camino a mi trasero. - ¿También hacías esto con él?

Si supiera cuántas cosas hice con Moisés. Quiera responder pero no lo hago, en su lugar me deslizo aun mas en su regazo y el contacto de nuestros sexos hace que se calle y suelte un jadeo.

- Eso es jugar sucio. – Reclama con un tono ronco.

- Haz silencio. Ya casi termino. – Sigo centrada en mi tarea manual.

- Tomate el tiempo que necesites.

Hago un par de movimientos más con las manos y listo. Me alejo de su rostro con la tijera en una mano y con la otra me seco las gotitas de sudor que se formaron en mí frente a causa del estrés.

- Puedes mirar. – Le indico y estiro mi brazo hacia el espejo manual que está junto a otros productos para afeitar. Lo pongo frente a él y observo su reacción.

Primero escanea todo su rostro en el reflejo, luego pasa su mano por la, ahora, prolija barba y por ultimo alza su vista a mí, sonriendo mientras asiente.

- Nada mal. – Abro la boca con indignación.

- ¿Nada mal? Gracias a mi dejaste de lucir cual indigente. De nada.

Abandono su regazo y sacudo mi improvisado pijama para dejar caer los restos de barba. Tras el baño, Caín ingirió un par de medicamentos y entre ellos, una pastilla para dormir, asique cuando esta comenzó a hacerle efecto vi la oportunidad perfecta para proponerle un retoque en su vello facial, y si bien dio un poco de pelea, aceptó.

Ahora se ve mucho más joven y descansado, no como hace unas horas en la central que lucía cual jefe estresado y al borde del colapso. Lo es, pero puede verse genial estándolo.

Junto todos los productos que utilicé para afeitarlo y los coloco en su lugar, quedando solo tener que limpiar todo el vello del suelo. Caín permanece sentado en la silla que hay en el medio del baño y yo tomo la iniciativa de salir de este para ir en búsqueda de objetos de limpieza, pero con nula fuerza toma mi mano y me detiene.

Arder | Versión en españolDonde viven las historias. Descúbrelo ahora