24 (Parte dos)

6.2K 331 93
                                    

Edén.

Y os acercasteis y os pusisteis al pie del monte; y el monte ardía en fuego hasta en medio de los cielos con tinieblas, nube y oscuridad.

Deuteronomio 4:11

ºº

A las fueras de Puerto Rico. 13:24pm, 6 minutos para el golpe.

Me colgó. El desgraciado me colgó.

La sensación de ira e indignación crecen en mi interior cual fuego abrasante sobre campo desierto tras la estúpida llamada que me ha hecho Caín. Estamos a minutos de un golpe importante para la misión y tiene el descaro de llamarme tras lo sucedido anoche y decirme groserías; Y luego colgarme en la puta cara.

Si es que este hombre nunca para de sorprenderme.

Hace casi una hora hemos pisado territorio puertorriqueño y solo hacía falta la llamada de confirmación antes de desplazarnos hacia el objetivo, pero la escenita del Almirante me ha dejado descolocada. ¿Qué tanto le pica que haya huido de su casa a la otra mañana? ¿No era un polvo y ya?

Espero y no crea que de esto va a salir impune porque no solo pretende confundirme con sus extrañas señales y comportamientos de macho alfa, sino que no ha tenido los cojones suficientes para aclarar o mencionar el hecho de que hemos sido fotografiados juntos antes de fugarnos de la fiesta. Cuando Mariah me mostró la imagen no supe cómo reaccionar; Por un lado, no había de que alarmarse. No se distingue mi rostro y poco se puede deducir en la oscura fotografía pero, por otro lado, la enigmática compañera del Almirante estrella, palabras de las revistas, es todo un misterio que merece ser desvelado.

Antes de partir desde la central hasta donde nos encontramos, los pasillos y cafetería se inundaron en olas de susurros y cotorreo, siendo producto de quienes no asistieron a la fiesta y comenzaron a crear teorías en base a quienes sí estuvieron en ella. El problema comienza en cuanto no tarde en salir a la luz quien es la mujer que se monta en el coche de su jefe para huir a media noche, abandonando su trabajo y poniendo como prioridad follar. No me veo preparada para estar envuelta en otra polémica.

Tomo un cargador de la parte interna de los asientos de la camioneta y lo coloco con una alarmante fuerza y rapidez en la metralleta, repitiendo esto con dos más. Las poso junto a mi mientras mis pies cuelgan hacia fuera del vehículo, ya que la altura que posee este produce que mis piernas cuelguen a una corta distancia del suelo cuando estoy sentada mirando hacia afuera.

El resto de la tropa fue a verificar el perímetro mientras esperábamos la llamada de confirmación, y si bien ya la obtuvimos, requiero de un par de minutos más para ponerme mi cabeza en frio y no dejar que los sentimientos me controlen.

- Tranquila, capitana. No creo que necesitemos tanto armamento alemán para este golpe.

Mariah se pose frente a mí vistiendo el traje negro genérico para todos y con su casco sostenido con una de sus manos al lateral de su cuerpo. Su rostro se muestra tan sereno y fresco hasta cuando estamos por pisar suelo narco, sin mencionar el hecho de que su pequeña figura se ve convertida en la contextura de un soldado por el tamaño del traje. Si bien se amolda a sus curvas de forma envidiable, el material de nuestros uniformes están hechos para protegernos e intentar no develar mucho sobre quien lo usa, siendo una forma más efectiva no remarcar nuestros cuerpos. Sobre la zona de su corazón, en el pecho, tiene ubicado el número 6 en blanco y de reojo miro el mío. Número uno, el del capitán.

- Uno nunca sabe. – Contesto sin fijar mi mirada en ella mucho tiempo, volviendo a recargar otra arma. Suertudo Hale de no estar aquí o ya le hubiese disparado en un pie.

Arder | Versión en españolDonde viven las historias. Descúbrelo ahora