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Caín.

Aborrezco y desprecio la mentira, pero amo tu ley.

Salmos 119:163

ºº

La verga parece querer explotarme.

- Vamos. – Murmuro entre dientes, aumentando la velocidad.

Mi glande rosada se ve hinchada y las venas alrededor de mi tronco son señal de mi desespero. Apoyo una mano contra los fríos azulejos en búsqueda de comodidad.

Llevo más de cuarenta minutos con la mano subiendo y bajado sobre la dureza de mi miembro, pero este no se ve ni cerca del descanso. Mis gestos se contraen nuevamente ante el espasmo que me genera la paja, tensando mis músculos y creando la falsa esperanza de acabar. El agua fría de la ducha sigue recorriendo mi piel desnuda en un fallido intento de calmar mi calentura.

- Al carajo. – Gruño cuando detengo mis movimientos. Me quedo un par de segundos observando como mi pene se encuentra duro, grueso y parado, desafiando a mi cordura y hombría. Casi una hora de paja para no soltar nada. Una verdadera mierda.

Corto el chorro de agua y tomo una toalla para secar mi cuerpo e intentar controlar mi falo con esta, aunque el pronunciado bulto que conforma no luce para nada normal. Últimamente mi frustración sexual se ha acentuado y no hay puta, droga o paja que me calme. Al principio no le di importante pero el dolor acumulado en mis cojones por no poder descargarme comienza a ser un dolor de cabeza, y no pienso soportar un día más así.

Necesito un buen polvo.

Continúo con mi rutina mañanera, alistándome para el trabajo e ignorando el hambre sexual e indomable que no para de crecer en mi interior. Si normalmente suelo estar de malas, la falta de buen sexo me convierte en un hijo de puta y Dios se apiade de quien se cruce en mi camino.

Tomo un par de cosas antes de abandonar el departamento y montarme en el ascensor, obteniendo una clara imagen de mi aspecto en las puertas de este. Mi vestimenta de hoy es mucho más informal de la que acostumbro a llevar, ya que esta noche se realiza el baile para la recaudación de socios y he decidido tomarme el día mientras alistan la central.

El mero recuerdo del evento de esta noche me trae a la mente el recuerdo de mi dolor de cabeza personal. La capitana Sánchez. Por lo que he visto ha estado ignorando totalmente venir a pasar las noches a su departamento, ubicado bajo el mío, y ha optado por utilizar su cuarto en la central. No me hizo falta preguntar, la ausencia de su ruidosa música y fotos en su Instagram me han confirmado mi teoría.

Además, ayer ha andado de compras junto a una rubia que marcha en su tropa. Miriam o algo así es su nombre. No se nos permite publicar contenido que comprometa a la central en nuestras redes, pero somos libres de mostrar una parte de nuestra vida a través de ellas. Es como una patada en los cojones admitir esto pero no puedo negar que me he pasado más tiempo de lo normal en su perfil, observando sus fotos de fiesta junto al cuñado de Grace o posando en las playas colombianas; Su actividad disminuyó cuando pisó territorio americano, pero ayer publicó una gran cantidad de stories junto a la soldado.

Aunque sé que ella no está al tanto de mi estudio de su perfil, ya que no utilicé mi cuenta personal. No pienso darle el gusto de regodearse junto a su ego. Además mi motivo principal ha sido el extraño momento que vivimos en su departamento en Colombia, cuando reconocí a la mujer que parece ser su madre. Quise encontrar más sobre su familia en su perfil pero Edén no parece ser muy abierta cuando sobre esta se trata, por lo que solo di con una imagen antigua que tiene junto a su abuela o Nana, como la llama en la descripción. Poco me sirve esa información pero pienso investigar más a fondo ese tema, ya que el escalofrío que me dio al sentirme familiar de la mirada de aquella mujer no ha sido algo del azar.

Arder | Versión en españolDonde viven las historias. Descúbrelo ahora