34 (Parte dos)

4.9K 282 163
                                    

Moisés.

Gran remedio es el corazón alegre, pero el ánimo decaído seca los huesos.

ºº

El móvil suena sobre el pequeño mueble que tengo junto a mi cama, vibrando de tal manera que me obliga a tomarlo antes de que despierte a todo el edificio. La pantalla ilumina mi rostro y me obliga a cerrar los ojos, adaptándome a la intensidad de la luz. Por un momento, y al ver el nombre en la pantalla, el pulso se me acelera. No me importa la hora, ni el contexto, ni el momento. Solo contemplo las cuatro letras que parecen delante de mí. Ella nunca utiliza su número personal para contactarme y pocas han sido las veces que lo ha hecho.

- Contesta ese maldito teléfono, Moisés. – Se queja con voz adormilada la mujer que duerme a mi lado.

Acompaña su reclamo con un golpe débil, el cual logra sacarme del trance. Deslizo el dedo por la pantalla y me llevo el teléfono a la oreja.

- ¿Qué necesitas? – Quiero sonar duro y serio pero no puedo evitar preocuparme. - ¿Estás bien? ¿Pasó algo?

- Necesito un favor, Moi.

Esas cuatro palabras, dichas con la voz aterciopelada y de súplica, bastan para tener toda mi atención. Edén tal vez no sepa la magnitud del impacto que tiene sobre mí pero es capaz de hacer que queme el mundo entero si se trata de que esté bien.

- ¿Puedes recogerme en el aeropuerto cuando llegue? – No me di cuenta de que murmuraba hasta ahora.

- Solo dime la hora y ahí estaré.

- En 15 minutos.

Frunzo el ceño.

- ¿Qué haces volando a esta hora? – Miles de teoría ocupan mi adormilado cerebro. - ¿Qué me ocultas?

- No puedo hablar ahora. – Su tono es tranquilo pero no me convence. – Tienes que confiar en mi, Moi.

Genial, usa la carta de la confianza y sabe que no puedo negarme. Saco mis desnudas piernas de la cama y sábanas para sentarme al borde de la cama, dejando que mis pies choquen contra el frío suelo.

- En 15 estaré allí.

- Gracias, gracias, gracias. Eres lo más. – No me da tiempo de decir más nada porque cuelga.

Paso un par de segundos tratando de domar las emociones que se han producido dentro mío, pero es casi imposible. Edén tiene un control total sobre mi ser, sin importar el momento u hora. Ha paso un tiempo desde la última vez que la vi pero desde ese día me juré tratar de seguir adelante, como ella hizo. No puedo sacarme de la cabeza como miraba al estúpido de traje que le llevó a su casa después de salir del club, y tampoco olvido el deseo que albergaba los ojos de ese. No lo culpo, Edén es tentación pura.

Choqué con él cuando me dirigía al ascensor para confirmar que todo estuviese bien, pero acabé sintiendo plato de segunda mesa cuando la escuché conversar con el rubio sobre lo que sentía por su jefe. Pude sentir como otra parte de mi moría.

Esa noche algo cambió dentro de mí. Tal vez me cansé de nunca ser suficiente para ella, o tal vez solo quiero pasar la página. Por un tiempo creí que lo había logrado, ya no esperaba su llamado ni que corriera a mi cuando se sintiese en peligro. Que estúpido fui. Luego, tuve que darle la noticia de que su padre fue baleado y eso derrumbó mi muro de cristal. Una botella de ron barato y media de whisky fueron suficientes para evitar que tomase el primer avión y fuese a ver como estaba. Odio que Edén llore.

- ¿Era tu jefe? – Una voz cargada de malas intenciones se hace presente detrás mío, acompañada de pequeños besos en mis hombros.

A la otra mañana, tras el incidente del club, conocí a una mujer. Venía a hacer negocios para recibir de nuestra mercancía pero acabó en una improvisada cita. Tenía el cabello tan rubio que parecía cenizas del peor incendio, y la piel tan blanca que temía ensuciarla con el roce de mis largos dedos. Estaba buena y no iba a desaprovecharlo.

Arder | Versión en españolDonde viven las historias. Descúbrelo ahora